miércoles, 27 de febrero de 2013

FLORES MARCHITAS


SEAWS XXVIII
South East Asia Wild Spirit
Ya lo ves qué fácil es//el truco es sonreír//aunque todo vaya mal,//las cosas cambian al final.//Cada mañana al despertar//simplemente hay que decir//que divertido es ser feliz. 
 Son, 80 días son, 80 nada más...                                              Mocedades
Echando de menos ese relax
Mi cabeza, recostada contra la ventana del autobús, vibra en sintonía con la vertiginosa-concentrada conducción del piloto, reposabrazos clavado en el dorsal, mezcla de sonidos interpretada como mal necesario para llegar a destino, pues seguimos de camino. El claxon del autobús advierte continuamente al resto de usuarios de la vía que algo grande pasa o adelanta y no va a desviarse o detenerse. Música de karaoke balinesa, Gamelan, a un volumen que funde la conversación de los dos veteranos japoneses que tengo detrás. Al menos dos asientos para Inu y otros dos para mí en este trayecto-gymkana que pone a prueba nuestra capacidad de confianza al pueblo indonesio. La última noche en Gili, a las 4.15 am ambos dormíamos, después de cervecear y bailotear con los conocidos y desconocidos de estos días: Ahí estaba Brad, el cowboy de nevada, 24 años: ¡Colega! No has venido a mi concierto, he vendido dos copias del disco, ha estado bien. El chaval tiene alma viajera, educación, magnetismo y transparencia, aparte de ese punto de locura que le hace disfrutar de los detalles. En medio de la pista y con un sombrero cónico de recolector de arroz, que no había comprado, se movía Ben, canadiense de físico similar al del futbolista sueco Zlatan Ibrahimovic, encantado con su futura ascensión al monte Kinabalu (4.095 m), en Borneo, Malasia. Le conocí en la hoguera nocturna que montamos la noche anterior. Ceci y Pau, las argentinas, bailaban house a ritmo de tango. *Mira Luky la chica que te pasa por la izquierda, es la mejor del garito. Morenaza. A los diez minutos conversaba con Inu y a los veinte se besaba con él. Mucho bailón, sudor a chorro y mandíbulas desencajadas. Un local fuerte aunque más bajo que yo, sin camiseta, alteró el buen rollo cuando me palmeó el pecho y me soltó un derechazo en el estómago sin venir a cuento. Le separé de mí sin dolor, con miedo a que me calentasen los nativos. El de seguridad se lo llevó fuera, iba descontrolado el bastardo.  Inu encendido porque antes que a mí a él también le había pegado en la boca del estómbago el mismo figura. Si se respetase el uno contra uno me pegaba con él. A las 4 am volvíamos al Losmen, sobrios, empapados por la incesante lluvia: *Bueno nen, mañana empezamos la etapa movimiento del trip. Más o menos sabía lo que nos esperaba en Bali y en Trawangan porque estuve hace tiempo, a partir de ahora todo lo que está por venir es desconocido para ambos, en 20 días, si todo va bien, tocaremos seis islas de Indo, cinco barcos, dos aviones, Bangkok y Camboya, promete ser espectacular por lo que tenemos que estar a nuestro máximo nivel. Denso olor a ambientador, ocho pinos aromáticos cuelgan del techo del bus.


A las 7 am sonaba la alarma, 45 minutos después teníamos que estar en la “agencia de viajes”, a las 8 am zarpaba el barquito de Gili a Pemenang, en Lombok. Antes de rehacer la mochila Ina ha ido a pedir el desayuno, que pese a consistir en dos huevos cocidos, una tostada y té con leche condensada tarda como si fuera un bizcocho. ¿Calma gilenesa? Y parra del cocinero. Bueno María bella, a seguir bien, gracias por tu trato, nos vemos en unos años. Tarde, a la española, llegamos a la agencia. Cerrada. *Oye, ¿Andy?, le he preguntado al chaval que vende zumos de fruta natural enfrente. –En casa. *Llámale por favor, nuestro barco deja la isla en breve y necesitamos el billete, que lo tiene él. Tres minutos después llegó en bici un indonesio al que no habíamos visto nunca. Apurado. *Vamos, seguidme. El billete que nos ha de servir hasta Flores, a 26 horas de viaje, es un papel escrito a mano, sellado. El cayuco preparado para partir, ya sin amarras cuando nos incorporamos al crew.

Inspirador paisaje hasta llegar a Lombok dejando Gili Meno y Gili Air a babor, proa apuntando a las capas montañosas que se intuían tras la intensa niebla, magnífico el volcán Rinjani como telón de fondo. Los cuarenta caballos del motor cortando las aquel día tranquilas aguas que cicatrizaban a nuestro paso sin dejar estela.

Evitando a los prescindibles buscavidas, quince minutos caminando por la carretera con cultivos de regadío a ambos lados, llegamos a una explanada: nuestra parada de autobús. Dos japos aturdidas, una pareja alemana y nosotros compartimos la furgo que conducía Dani, quien nos proporcionó valiosa información, esperando que también fuese verdadera. Cuarenta minutos de sinuosa carretera entre selvático paisaje hasta llegar a Matarm, a la oficina/tienda/casa de “Family Lombok”, la compañía con la que viajamos. Servicio profesional en ambiente casero. ¿Lays sabor salmón? Y lo ricas que están. *Dani, ¿sabes cómo podemos llegar de Flores a Sulawesi? Ha hecho una llamada. –Podéis hacerlo en barco o en avión. El barco es un Pelni, del gobierno, tarda 36 horas y el pasaje más económico sale por 15€. *¿Y con qué frecuencia sale? –Lunes, miércoles y sábado. *Olé.

Llegamos al punto de difusión: nuestro bues salía en tres horas, la pareja alemana y las dos japos se fueron en su bus hacia Kuta Lombok, en el sur. *Españoles, ¿queréis ver una pelea de gallos? –Por supuesto.

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PELEA DE GALLOS: Callejeando con la furgo llegamos a una calle muy auténtica. El inglés no es idioma conocido y recibimos miradas curiosas, desacostumbradas al hombre blanco. Entramos en un recinto cerrado con una caña de bambú atravesada. El complejo donde se organizan las peleas de gallos. Únicos no nativos, ojos severos clavados en nosotros se suavizan y sonríen al saludarles confiados. Qué locura. El perímetro del campo de batalla abarrotado de gente subida a bancos corridos o taburetes, en silencio, expectantes. En el interior, los grandes apostantes gozan de privilegiada posición y visión. Dos gallos frente a frente sujetos cada uno por un adiestrador de expertas manos. En su pata izquierda, la afilada hoja de una navaja adherida al animal, convirtiendo cada patada en una estocada mortal. Los levantan a una mano para presentarlos al público. Les colocan a un metro de distancia, aun sujetos y les enervan agitándoles el cuello, los gallos se calientan, se retan y adoptan posición de pelea bajando su centro de gravedad. De repente, el público enloquece a gritos levantando las manos. Los apostantes de dentro cierran apuestas con los que están fueras, así funciona. Al minuto, empieza el combate. Gallos descrestados, encendidos, locos. A la derecha un ejemplar blanco de tremenda envergadura. Apostamos 100.000 IDR por él. Todos nos miran. Fue la pelea más corta a la que asistimos. A los quince segundos yacía muerto, desangrado en la arena. El gallo negro desgarró su ingle de una certera patada. Para designarlo ganador, levantan al gallo negro del suelo y lo vuelven a posar al sonar la campana, se mantiene de pie a duras penas, tambaleándose, herido, aguanta los cinco segundos de rigor y, al escuchar la campana de campeón, se desploma cayendo de pico, muerto. Ganador. Joder qué inicio. Diez horas al día, siete días a la semana, cambiando cada dos/tres horas de escenario, unas trescientas peleas diarias y grandes cantidades de dinero apostado. Detrás del “coliseo”, enfrentan a los gallos y cuando se pican dos, los llevan dentro. De un estuche sacan dos afilados espolones, cordel y esparadrapo, se lo colocan al gallo y se repite el proceso. Picos enfrentados, agite de cuello, griterío apostador y pelea. Sólo los hombres pueden presenciar y apostar en las peleas. La media está en un minuto de pelea. Los gallos, ajenos al espectáculo, encorajinados con arak (destilación alcohólica de indonesia), instinto de supervivencia y dominación, pelean por su vida. Si no se los comiesen después de la pelea condenaría esta práctica, pero no deja de ser una forma de morir. Valiente y excitante. Los retiran de la pista, les cortan las patas, los pelan y los venden. Impactante.




Qué trayecto feo. Bus, ferry con tormenta y otras ocho horas de bus hasta Bima, a las 5 am nos bajaron para cambiarnos a un antiguo micro bus, por fuera y por dentro. 8 turistas, 2 gallos y una madre con su crío berreando. Violentos volantazos, pero vamos a ver Dragones en Komodo. Eso creíamos cuando descendimos en el puerto de Sape, al este de Sumbawa. Pueblo pesquero devastado al extremo con hedor a pescado seco. No hay Ferry, dijo un local nada más vernos. Ya ya, esa es la típica triquiñuela para que me fletes un barco privado y me claves por ello. No mentía. Monstruosas olas en el mar de Flores, el ferry llevaba cinco días sin salir. Dani, cabrón, esto lo sabías. Calma, nos quedamos esta noche y vemos cuando sale el próximo ferry. El Losmen Mutiara, a la salida del puerto, sólo disponía de habitaciones a 20€, el resto ocupadas por los turistas que llegan engañados a diario, entre 5 y 15, confiados en que el mar se calme y su barco zarpe pronto. ¿Otro hotel? A 1km. Pues vamos. Es el lugar más destruido en el que estado. Niños, desdentados, cabras y patos. Ni perros ni gatos. Olor putrefacto.

Regateando conseguimos habitación por 75.000 IDR, dos colchones duros como sacos de arroz, ventilador y baño. De wc un agujero, costumbre musulmana. De ducha el mismo cubo que se usa como tirador de cadena. El asco lo han puesto las camufladas cucarachas que corrían por las mochilas, cortesía del maletero del bus, no de la habitación. Al lado del Losmen un garaje con cinco ordenadores. Internet.

A ver cómo salimos de aquí. ¿Omitimos Flores y Sulawesi? ¿Volamos directos a Makasar, en Sula? Dudo mucho que el Ferry entre Flores y Sula esté operativo. Qué mal hombre el de la agencia, sabía todo. Por eso nos dio 50.000 IDR para el ferry (aunque ese es el precio por persona) y dejó el billete abierto en el pasaje de ferry que le compramos por sólo 15€. Barato sobre el papel, timo absoluto al no haber siquiera servicio de ruta. ¿Qué cojones hacemos? Barajamos tantas opciones que no voy a reproducir aquí porque sería pesado. Volviendo al puerto nos cruzamos con el autobús lleno de turistas, se iban. ¿A dónde? Mediante gestos, el recepcionista de su hotel nos dijo que se fueron a Bima para coger un vuelo a Flores. Caro. Nos enteramos de que el próximo ferry sería como pronto el 2 de marzo. Colega, nos volvemos a Bali. Por lo menos a Lombok, el cabrón nos va a devolver el dinero del ferry. Sin tiempo para recuperarnos de 24 horas de incómodo viaje, decidimos deshacer el camino de la misma forma. Por las tres horas que estuvimos en el hotel y pese al enfado de los dueños, pagamos 1,5€. Un grupo de niños jugaba al futvoley y me uní. Inu se subió a una moto de un chaval que se paró a hacer una foto con él y se fue a la estación de bus. *Allí te espero. La hija de los dueños del hotel me vino a reclamar más dinero. Fui y me calenté educadamente. Le di otro euro, que no contentó a nadie y me fui entre sus gritos y los míos. Paré a un motorista y me llevó a la parada. Si ese mismo trayecto hubiera sido en la dirección deseada me lo hubiera tomado mejor. Peleando todos los precios, irascibles. Inu harto de las tarifas que dan a los turistas. En Bima estuvimos 4 horas esperando la salida de nuestro bus. ¿Nos llevas a internet? Pedían 50.000 IDR e Inu lo sacó por 5.000.

El niño que nos llevó en el carruaje esperó dos horas en la puerta para devolvernos a la estación y le di 25.000 IDR. Cuando pensaba que el viaje ya estaba siendo jodido por la imposibilidad de dormir y los volantazos, petó el pestillo de la puerta del baño, que golpeaba continuamente y dejaba salir un olor vomitivo. Estuve quince minutos de pie sujetando la puta puerta y me di por vencido.


Cuando las cosas no salen como planeas y aun así tu interior sonríe aunque tu exterior lo sufra, estás en el camino.

50 horas después de subirnos al cayuco en Gili Trawangan volvimos a tocar suelo de Mataram, capital de Lombok. Ahí estaban todos los taxistas y comerciantes atacando a su 2x1 con forma de blanquitos cansados. No me toques. Tú, ¿sabes dónde está la oficina de Lombok Family? – Sí, a 15 km de aquí. *Dímelo en dinero. -75.000 IDR (6€) cada uno. Entró Inu: Qué dices hombre, 50.000 los dos. Intensa negociación para cerrar en 60.000 ambos con parada en Family Lombok y viaje al puerto de Lembar, dónde embarcaríamos en el Ferry rumbo Padangbay, en Bali.

Ina, estate tranquilo cuando lleguemos, no vamos a sacar nada de malas. *Sí, sí, pero como se ponga tonto se lía, habla tú de primeras.

56 horas de viaje para acabar llegando a Bali
-¡Hola! ¿Está tu marido? La mujer reponía bebidas en la nevera. *Mmm, no… - ¿Puedes llamarle por favor? Me pasó el teléfono con Dani al otro lado de la línea. –Hola Dani, soy Lucas, ¿te acuerdas? *Eeee, (dudaba) ¿brasileño? –Español *¿Cockfighting? (pelea de gallos) –Exacto. ¿A qué horas vienes a tu oficina? *En hora y media, estoy bajando con unos clientes que van a Bali, ¿estáis en la oficina? -Sí, te esperamos aquí. ¿Sabes? Fuimos hasta Sape y el ferry supuestamente diario no zarpa hasta el 2 de marzo, si es que lo hace, y llevaba cinco días sin salir cuando llegamos…  *¿Really? Parecía realmente sorprendido, magnífica interpretación que me sonsacó una sonrisa. Ver a sus peques corretear por la oficina, separada de la casa únicamente por la imaginaria división de un pequeño mostrador me hizo entender parte de su picaresca en los negocios. Seguro pensó que una vez allí, tirados a 24 horas de exasperante viaje, buscaríamos cualquier otra opción diferente a volver a su oficina, no en vano el resto de timados se fue a Bima y cogió avión a Flores, pero nosotros no.

Miré al taxista: oye, Dani viene en hora  y media, me debe dinero. Ahora mismo sólo te puedo dar 25.000 IDR (2€). Claro que tenía dinero en la mochila, el hombre pagó parte del enfado y se marchó de allí cabizbajo. Volvió con la sudadera de Inu, olvidada en el asiento de atrás de su taxi, la dejó en la silla y rendido, dando pena, desapareció en el ecléctico tráfico. Dejamos las mochilas detrás de mostrador y buscamos un local de internet. Cerrado. Desayunamos en la oficina de Dani hablando con la mujer, dulce ella. A las dos horas llegó, sonrisa de viejo amigo, ausencia total de sentimiento de culpabilidad. Nos devolvió el dinero del ferry de Flores a Sulawesi y le compramos a tercio de precio el billete a Kuta, en Bali. Se fue, y el desayuno corrió de su cuenta, pese a la resignación de la mujer, a la que se le iluminó la cara de felicidad cuando la dije. No te vamos a pagar, habla con Dani, tienes un bonito alma, lo siento.

Hasta el puerto, compartimos furgo con un grupo de holandeses, familia creo. Gente maja que repartió dragon fruit para todos, nosotros incluidos. Dos horas esperando al Ferry, el conglomerado de turistas creciendo a cada instante, rechazando primero y obviando después a los vendedores ambulantes que ofrecían fruta, arroz con pollo, pareos, artesanías, helados y demás. Va pesado, danos un par de conos de arroz con pollo. Empezamos un ajedrez y cuando nuestra atención la tenía captada el diminuto tablero, un balinés gritó. ¡Guys! ¡Let´s go to the Ferry! Caras conocidas de las Gili. Nos hicimos con una buena mesa y empezamos una nueva partida. Vendedores ajetreados en todas direcciones, uno de ellos sacó un billete de 50.000 IDR. Me juego esto a que os gano a cualquiera de los dos. Inu, a este te lo comes tú. Se hizo un corro grande en torno al duelo, un ruso quiso apostar para entrar el siguiente. Espera Kasparov, a ver qué pasa. El lombokés movía rápido, Inu arrinconando a su  Rey, bonito combate que al final se llevó el colega con la bocina del barco sonando a ¡zarpamos! Caí tres veces, Inu picado no da opción, y entró el ruso, que jugaba bien y lento. Ahí os quedáis, voy a ver Django, lo último de Tarantino. Hace tiempo compramos 7 pelis pirata en Kuta. ¡Cabrones! No sé si es para que la gente no utilice los enchufes o porque los barcos los compraron a otro país, pero los enchufes eran planos en vez de redondos como en Indonesia. Ahí estaba el adaptador, aburrido sin uso desde Australia. Lo gocé con Jamie Fox hasta que llegamos a Bali, 20 minutos de final de peli que ya veré. Nos invadió otra energía. Feos e inesperados tres últimos días, sólo nos quedaban dos horas para llegar al Suka Beach, en Kuta, no quiero saber nada de olas hasta pasado mañana. Una pareja sueca quería hotel barato, seguidnos. En el check-in una chica se acercó. Perdonad chicos, ¿podéis ayudarme a colocar a mi amigo en la silla de ruedas? El alemán de 22 años que trasladé del coche a la silla de ruedas se había partido los dos talones, escayolados ambos. ¿Cómo? Accidente de moto, decía cuando le preguntaban. Luego supimos, porque nos lo contó Anita la portuguesa, que bajo el efecto de las setas mágicas que venden en todas las esquinas de Kuta, había caído desde el tejadillo del primer piso del Suka beach, intentando arrancar una flor de uno de los árboles del jardín. Venga chaval, píllate un vuelo y pa tu Alemania natal, verás que recuperación más simpática te espera.

La noche de la llegada dormí cual bebé en su cunita, profundo descanso en la nada sin sueños, a las 9 am me despertó Inu seguido del hombre de la limpieza, un balinés rapado y orondo con pinta de majo. *¿Habéis dormido aquí? –Sí, en realidad yo sigo durmiendo, ¿por? Escrudiñó los brazos de Inu. * ¿No os ha picado nada? Veréis, esta habitación ha estado ocupada por unos chicos que vinieron de Sumatra y trajeron “bedbugs” (chinches) con ellos… Salté de la cama. Joder. Recuerdo los brazos de más de uno en Australia, en el hostel y en el Beachcomber, después de ser mordidos por las putas bedbugs. Orondi nos enseñó un par de ejemplares muertos, orgulloso estaba el hombre por la eficacia de su método de aniquilación. Total, que mientras desayunábamos nos cambió las dos camas por una de matrimonio. ¿Nos cambiamos de room? Va, por una noche da igual. ´

Los dos últimos días hemos reorganizado el trip. Inu ya tiene nueva fecha de vuelta, 4 de abril. Haciendo bueno el refrán de lo barato sale caro, ha tenido que pagar 325€ a Turkish Airlines por el cambio de billete. Bien, entonces, ¿cómo lo hacemos? Tenemos comprado billete para el 10 de marzo Surabaya-Singapur y para el 11 Singapur-Bangkok. Tras un delicado análisis de la situación, cuadrando fechas e intereses, decidimos sacrificar ese billete y adquirir uno nuevo para el 4 de marzo. 65€ por un vuelo directo, 4 horas, de Surabaya a Bangkok… Lo compramos y me llega el correo de confirmación: Gracias por adquirir su vuelo con AirAsia para el día 4 de abril de 2013. No. NO. Menudo idiota estoy hecho, ¡pero si era el 4 de marzo! Llamé a la compañía. El coste del cambio es el mismo precio que el billete ya pagado. *No voy a correr con los gastos de cancelación por un problema informático de su página web, he comprado el billete para el día 4 de marzo y no entiendo el porqué del 4 de abril. No ha colado. Esta mañana nos hemos acercado al mostrador de AirAsia en el aeropuerto de Ngurah Rai y el manager balinés de humor inglés se ha mantenido firme en su negativa: hemos comprobado dos veces la transacción y no se trata de un error nuestro, sino suyo. Pues nada, cámbiame el billete buen hombre. Empate a uno con Inu en grandes cagadas. Ebook vs Vuelo.

Por tanto, nos quedan cuatro días en Bali para de seguido dar el salto a Thailand, las ganas que tenemos nos las puedo expresar adecuadamente con palabras. Agotaremos el mes de visado que nos darán a la llegada entre capital e islas (triste acuerdo del Ministerio de Asuntos Exteriores, ya podrían renegociar entre países para obtener una visa de tres meses) y, con la vuelta de Inu a España, continuaré el viaje en solitario. La parte cómoda de mi mente, pequeña y persuasiva, me pedía una vuelta a la conocida Bali, sin embargo, la atracción que siento por la desconocida Sri Lanka me ha hecho aplicar vía internet al visado de ese país, concedido hasta el 25 de agosto. 

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