SEAWS XXI
South East Asia Wild Spirit
"Llegué a Villa JAS conduciendo la Honda Vario, chorreando
agua, empapado de norte a sur y de este a oeste, borracho y encendido, me
desnudé camino de la piscina bajo la tremenda tormenta noctuna, Inu dormía hecho
un ovillo en el sofá, ¿a qué hora habrá llegado? Salté al agua y grité bajo la
misma girando sobre mis pies tan rápido como pude, nariz dolorida después de
encajar el cabezazo del taxista desbocado. Mañana iré a buscarte malnacido."
Menuda decepción el buceo en el acuario de
Melbourne. Para empezar, intentamos cancelar el tema porque una vez comprado el
paquete nos rallamos debido al hecho de contribuir directamente con nuestro
dinero al cautiverio de tiburones y demás fauna acuática, amén de lo caro de la
actividad a priori, timo a posteriori. Más dispuesta para el goce de los
espectadores en vez de garantizar el de los propios buceadores, tras una
introducción bastante adrenalítica, la realidad quedó en un juego de niños.
Publicidad engañosa: el anzuelo que nos tragamos fue la foto del buceador
rodeado por tres tiburones. Quería estar cara a cara con un escualo, el animal
al que más temo y sin embargo lo más cerca que estuvimos fue a dos metros. Me
enfadé mucho conmigo por haber fallado de esa forma. Se lo dije al monitor y en
su disculpa se captaba la repetición, lejos de la espontaneidad de la sorpresa,
lo que contribuyó a aumentar mi decepción. El diploma que nos dieron fue
directo a la basura y nosotros con prisas a trabajar al restaurante. 200 AU$
fueron a parar a un lugar peor que la pérdida.
Agradecidos en extremo a ese país-oportunidad,
los últimos días de Australia nos tatuamos la sonrisa en la cara, sólo torcida
por la tensión de la problemática económica. Money money. Lo generado en la
granja estaba depositado en la cuenta del Commonwealth, nuestro banco aussie
del cual no tenemos tarjeta para retirar en ATM´s (cajeros automáticos), y el
lunes pasado, el día del vuelo a Bali, fue fiesta nacional en Australia por lo
que los bancos no abrieron sus puertas. La única opción era realizar una
transferencia internacional a nuestra cuenta española, para la que nos faltaban
ciertos datos que conseguimos hablando con un operador después de 20 minutos de
inflada de pelotas escuchando la grabación y sus opciones. Felizmente, el dinero
ya está en nuestro banco tras descontar las respectivas comisiones por emisión
y recepción, sustentadoras de un pequeño porcentaje del entramado financiero
que controla el mundo y sus estados económicos.
Con Guido y Mauro, nos vemos en la fullmoon party. |
La fiesta de despedida del sábado pasado estuvo
bañada en ron a palo seco… Espectacular el trayecto en tram junto al
Beachcomber crew para acabar en la terraza del citado local con risas
internacionales. Domingo de resacurro, descubriendo a cada conversación
detalles de la noche, agujetas de reír y manos en la cabeza... Por ser el
último día y gracias al cariño de los managers, pudimos escoger cualquier plato
del menú para cenar. Inu pidió su suspirado salmón con ensalada y patatas “wedges”
y yo la beach burguer que también llevaba deseando hace tiempo. Súbitamente recordé
el Big Mac y el Cuarto de Libra, ambos en formato menú gigante, que me clavé de
madrugada en el McDonalds 24horas camino del hostel y cambié mi plato a merluza
a la plancha. Los últimos minutos trabajados fueron emotivos, se acaba la fase
1 del proyecto SEAWS dejando la puerta cerrada, con la llave en el bolsillo
para abrirla si es necesario.
Lunes sin prisas; nos despedimos de Mauro y
Guido, también de Delfina, Mateo y Santi, conexión hispano-argentina, inconfundible
sensación de que nos volveremos a ver. 16 kg de mochila en espalda, última
compra en coles, nuestro super de St. Kilda, tram y posterior skybus hasta
llegar al Tullamarine, aeropuerto internacional de Melbourne. Sesenta y cinco
días en Australia, más enriquecedores de lo previsto en el planteamiento inicial.
Ahora el límite personal está un poco más lejos. Misión cumplida.
A las azafatas de Jetstar les caímos bien desde
el principio: sólo así se entiende que nos dejasen volar a Indonesia sabiendo
que el billete de salida con el que contamos está fuera de la duración del
visado que expiden en la frontera. “Chicos, estáis un poco locos, no os van a
dejar entrar en el país sin billete de salida, ¿estáis dispuestos a comprar un
billete en el propio aeropuerto si os lo exigen?” *No te preocupes, hablo con
el de inmigración, seguro que le gustan las rupias, además tengo un hermano
allí que en caso de haber problemas, tendrá soluciones. Check-in, bocata made
in coles y a la sala de espera. En un Pc escogimos un vuelo de bali a Bangkok
el 21 de febrero, fecha dentro del mes nos darán de visado cuando lleguemos a
Indo, llevamos el proceso de compra hasta el final y, sin adquirirlo, hicimos
una foto a la pantalla. Ya tenemos billete de salida. No tenía idea de qué nos
esperaba en Bali. Juanjo, unos de mis cinco hermanos de otros padres, me
contestó por facebook un “todo preparado, no os preocupéis”. Intenté contactar
con él desde una cabina y, al conseguirlo, ésta se tragó 4 AU$ en 35 segundos. Así
que pasamos a utilizar la vía whasap con el iphone de Inu, al que le quedaba un
7% de batería. Como su cargador estaba en la mochila facturada, Ina le pidió el
suyo al hombre de al lado. Rob, tibetano de aspecto budista, 51 años, profesor
de filosofía e importador de mercancías asiáticas en Europa y Australia,
viajaba a Bali para encontrarse con una de sus mujeres. Pensaba que podía haber
sido un maestro con alguna enseñanza instantánea y por ello me decepcioné al
descubrir su ansia sexual y su descarada forma de llevarla. Eso sí, era muy
gracioso. J me dio la dirección de la villa donde nos quedaríamos, una de las
que alquila junto con su socia y amiga, Stephi. “Os espero a las 22h en el aeropuerto, creo que te va a gustar. Un
abrazo”.
Agradable vuelo sin comida a bordo, bonito
atardecer retrocediendo en el tiempo salvando las 3 horas de diferencia horaria
existentes entre Melbourne y Bali. Esta vez el frío no nos afectó ya que íbamos
preparados. Libro, siesta y amplio bienestar interior al repasar la experiencia
en las antípodas de España.
J en Salón, Villa JAS |
Calor mojado. Olor a Bali, inimitable y
evocador, que me transportó a las navidades de 2009. 25$ por el visado de 30 días,
entrada sin preguntas, mochila y allí estaba Juanjo con su característica
sonrisa y una furgo con la que llegamos a villa JAS, sita en Seminyak, uno de
los barrios más distinguidos de la Isla. Callejeo máximo por estrechos
pasadizos. No me lo creo. Dos scooter en la puerta y una casa de revista, de
las de no dormir sólo, hablan mejor las fotos que lo que pueda contar. *Hasta
el día 6 de febrero se pueden quedar aquí, luego la tengo alquilada. ¡Colega como te lo
has montado J! Vamos a cenar o qué. Inu repetía su “madre mía, ¿en serio? Que
pasada, vamos a pasar de vivir como pobres en un país rico a vivir como ricos
en un país pobre.”
Siguiendo la moto de cross de J cada uno con
nuestra honda, nos pusimos al día devorando una hamburguesa acompañada de
Bintang, la cerveza local. *El jueves viene un buen swell, ahora casi no hay
olas en la isla. –Entonces nos vamos a dar una vuelta esta noche, a ver que
ofrece Kuta de lunes. *Tengo que trabajar temprano, mañana nos inmolamos a base
de alcohol, de todas formas ahora os digo la ruta clave para disfrutar de esta
nuit en Kuta, aunque de lunes y en estas fechas no sé cómo estará el rollo. Don´t
worry J, mañana te lo digo, esta noche le damos nosotros.
*Sales a la calle principal, todo recto hasta
que no se pueda más, giras a la izquierda y sigues la carretera, que serpentea,
hasta el primer garito: Aykon. Cuando cierren, en esa misma calle tenéis Sky
Garden y Bounty. –Esos dos ya los caté cuando estuve por aquí. ¿Distancia?
*Nada, unos 6 km. Moto, casco y a fuego siguiendo las indicaciones,
motivadísimos por la grata e inesperada sorpresa de la magnitud de “nuestra”
villa. Bonita forma de empezar a recorrer el SEA. Pensaba que “todo recto hasta
que no se pueda más” implicaba pared o muro, así que seguí recto sin darme
cuenta que me metía en prohibida, aunque la policía si lo hizo. Me di la vuelta
sin ver a Inu. ¿Se habrá caído? Deshice el camino erróneo y giré a la derecha,
sin obedecer a los policías que querían que me detuviese (aunque ahora tenían
razón, siempre paran al turista para sacarse una inmerecida comisión). Seguí,
seguí… ¡Coño el Aykon! Vi a Inu andando, haciendo gestos de tú estás loco.
Inaaa ¡que me he pasado! Aparqué y nos encontramos en el local. House, bintang
y chupitos de tequila para coger el ritmo de la noche. De ahí al skygarden,
imponente con sus cuatro plantas y 9 salas. Mucho balinés y balinesa, lo que
nos llevó a reírnos con el comentario del guarda de seguridad del aeropuerto de
Melbourne: “¿Going to Bali? Lucky boys, remember, always check twice” (Vais a
Bali, qué suerte, recordad, siempre chequear dos veces). Se refería a la moda
de los ladyboys, famosos en toda Asia, particularmente en Indo y Thailand, aparentes
chicas que bajo su falda esconden la manduca. La terraza exterior tenía un
público interesante, en su mayoría australiano, y allí nos quedamos. Perdí a
Inu. Vi a una chica cuyo perfil me gustó. Ey, ¿How long are you going to
stay in Bali?(¿Cuánto tiempo
te quedas en Bali?) *I stay in a Hotel in Kuta. (Estoy en un Hotel en Kuta). ¿Where do u come
from? *Argentina. Mejor hablamos en español entonces. Vi a Inu hablando con una
de las amigas de Gabriela. Se iban a Vietnam a última hora del día siguiente así
que compartí noche con ella. Lo que me costó encontrar la casa. Una vez cerca,
estuve 30 minutos equivocándome hasta encontrar la entrada, lloviznaba suavemente, fue apagar la moto y entrar Inu en el
parking. ¡Qué pasaaaa! Otro que llevaba un rato de búsqueda.
Inu en Piscina, Villa JAS |
El sol brillaba fuerte cuando salimos de la habita, Inu en la piscina, relajado. *Oye, voy a
acercar a Gabi a su hotel, lo que tarde. Oka. Suka Beach era el Hotel,
localizado en la calle Poppies II, la misma en la que me quedé los primeros
días cuando vine hace tres años. Las Poppies son el centro de Kuta, barrio bueno para vivir
el bali ecléctico y la movida nocturna. Malo si lo que buscas es el bali paradisíaco y
tranquilo. Desayuné en la terraza con Silvana y Gabi, ambas argentinas,
nutricionistas, que venían viajando por Asia y a las que antes de volver a su
país natal les queda visitar Hanoi (Vietnam), París (Francia) y Praga (Rep.
Checa). Ciao gata, llama o escribe si quieres que nos veamos antes de que
cojáis el vuelo. De vuelta a casa me perdí de nuevo en el irregular trazado de
las calles balinesas. Comimos con Juanjo y Stephanie, la playa en el horizonte
y en la mesa el tradicional nasi goreng (arroz, vegetales, pollo, huevo y
especias varias) con dos batidos, uno de choco y otro de vainilla.
Luky tenemos que ir a comprar tu tabla. *Vamos,
quiero una de segunda mano que esté bien. Steph, que destila clase, se fue a
trabajar y nosotros tres, con J callejeando cual local por calles en las que al
pasar otra moto en contra dirección contenías el aliento por la cercanía,
aparecimos en una tienda de tablas muy cerca del Suka Beach Hotel. Miré y no me
convenció ninguna, el fish que me gustó me quedaba pequeño y la que J quería
para mí no me acabó de enamorar. Te compras una tabla de segunda mano y la
revendes, si está en buenas condiciones, por la mitad del precio de compra, el
75% en caso de que hubieses adquirido una nueva. *Vamos a entrar un momento en
el hotel, a ver si está Gabi. Entramos todos y allí estaban Gabi, Silvana y dos
chilenos majetes. J se fue a trabajar (está buscando nuevas villas en las que
invertir) y ellas vinieron con nosotros, queríamos ver el atardecer en Tanah
Lot, uno de los templos más espectaculares de la isla, sito a unos 25 km de
donde estábamos. Sólo un casco por moto que se pusieron ellas y rumbo al
templo.
La caseta policial estaba situada en una
peligrosa intersección; el semáforo en ámbar; crucé mirada con el policía, que
me dio el alto, seguí y giré a la izquierda, seguí unos metros, me bajé y dejé a
Gabi como si fuese conduciendo sola. Ni rastro de Inu, ¿habrá seguido recto? Me
dio la sensación de que lo habían parado y a los diez minutos les vi pasar,
recto. Grité saltando pero no me vieron. Joder. Oye Gabi ve andando hasta
después de la esquina, te recojo allí que no quiero que me paren. Se subió en
el punto acordado y seguimos en busca de Inu y Silvana. Todos sin teléfonos. ¿Les
habrían vuelto a parar? Aparqué cuando vi a Inu a unos 50 metros hablando con
otro policía. Cabreado, Inu vino hacia mí. Joder Lucas me han parado antes, 50
AU$ le he pagado al policía y ahora este me pide otras 200.000 rupias (20$) y
no tengo nada. Le di 50.000 rupias pero el policía no se contentaba así que se
llevó sus 20 pavazos. El polisi, que me había visto sin casco, me hacía gestos
de que fuera. No hombre no. Había olvidado lo corrupta que es la policía aquí,
además que hoy tienen razón porque no llevamos casco, de todas formas, si te dan
el alto policías de a pie, no pares nunca y en cualquier caso nunca les des más
de 5€. *Colega que me han tocado dos semáforos en rojo y el policía se ha
puesto delante quitándome la llave del contacto. Vaya tela.
Abandonamos el plan de Tanah Lot acabando en la
playa más cercana. Divertido primer baño en el espumoso mar, temperatura
agradable dentro y fuera del agua, una ceremonia religiosa tuvo lugar cuando
nos íbamos. Truco de recoger a las chicas tras la caseta policial evitando una
nueva multa y llegamos a Villa JAS. Piscina, me despedí de Gabi mientras Inu se
bañaba con Silvana y las acercamos a su hotel. Placer conocerte. Llamó J al
teléfono balinés que nos ha dejado: En media hora me paso por vuestra villa,
esta noche le damos fuerte. Camiseta de tirantes, pantalón corto y zapas,
listos para otra noche de verano. Cenamos en uno de los locales de moda para la
primera hora de enfieste. Alicat. Nada más entrar un tipo abordó a Juanjo: oye
mis amigas dicen que te han visto en una revista, que te quieren conocer. *A lo
mejor luego, estoy con mis amigos. El cabrón se saca un sobresueldo con su
imponente físico. La promesa de inmolación alcohólica se cumplió a base de “double
shoot” Vodka + redbull por 1€ la copa. Se nota que Juanjo lleva viviendo un
tiempo aquí, va a por el cuarto año, es querido y conocido en la isla. El
garito, parte abierto parte cerrado, billar, cenas y copas, bancos corridos con
mesas largas fomentadores de conversaciones entre desconocidos o grupos de
amigos. J nos introdujo a parte de su gente, Matías (surfista patrocinado por
Insight, italiano, habla español perfecto después de haber vivido en Madrid),
Teiki (surfista que ha pasado más horas de vida en mar que en tierra, después
de haber nacido de una pareja de navegantes cuya casa es un barco) y dos
italianos fiesteros. Copas, chupitos, copas… Party. Inu con otros dos en la
moto hasta el Aykon, donde empezamos la primera noche. Dejé la moto en uno de los atestados parkings (50cts de euro) y desde ese momento hasta salir del skygarden sólo
tengo flashes de lo que fue. Bailoteos y chupitos de tequila en el Aykon, que
estaba bastante lleno, unas pseudo-sevillanas en el skygarden con una rubia que
estaba en el alicat, Inu por allí, ni rastro de Juanjo y el diluvio. Estamos en la estación húmeda,
más bien mojada, y la manera en que las nubes escupieron agua subrayó la teoría.
Partes de la terraza donde se bailaba con el agua en los tobillos, más gente sin
camiseta que con, todo el mundo mojado, envueltos por el incombustible manto de
calor que jamás abandona la isla. El agua me bajó un poco la borrachera, busqué
a Inu para irnos a casa pero no le vi. Pese a haber cenado dos veces tenía
hambre. Encontré mi moto en el mismo parking en el que la dejé, aunque en otro
sitio. Una hilera de taxis impedía que me incorporase a la carretera e irme a
casa. Nadie me hacía caso cuando pedía que retirasen uno para abrirme paso, así
que salí entre dos de ellos, tocando parachoques trasero y delantero a la vez.
Se bajó uno de los taxistas recriminándomelo de malos modos. *Lo siento, no
tienes nada en el coche, déjame salir. Siguió molestando y se puso agresivo. Me
bajé de la moto y empezó a agolparse la gente. Me empujó, no me movió y le miré
muy serio. Él estaba muy exaltado, me dio un cabezazo en la nariz y lo
separaron de mí. You go! You go! (Vete, vete!) me gritaban un montón de
balineses. Dudé un segundo porque me quedé con ganas de destrozar al taxista,
aunque siendo balinés me podría haber buscado un problema. Cogí la moto y me
fui, sin prisa. Conduje bajo la mayor tormenta que me ha caído encima estando
en la calle, una mano acelerando y la otra a modo de visera, para poder
visualizar algo. Llegué a Villa JAS conduciendo la Honda Vario, chorreando
agua, empapado de norte a sur y de este a oeste, borracho y encendido…
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