domingo, 28 de abril de 2013

CEYLON


SEAWS XXXIX
South East Asia Wild Spirit
"Sin duda, la mejor Isla de sus proporciones en todo el mundo"
                                                                          Marco Polo sobre Sri Lanka

Ojalá pudiese decir que Sri Lanka me ha recibido con los brazos abiertos, pero de momento cal y arena. El país dormía cuando llegué y lejos de despertarse para bienvenirme, me dio la espalda. Malestar de principio a fin en este día y medio que vago por Colombo… Con suerte, me irá mejor en el este.

La segunda estacia en Bali tuvo tres etapas muy diferenciadas, todas ellas marcadas por la ausencia de lo único que quería hacer en la Isla de los Dioses. Surf:

10 días de reencuentros con amigos y conocidos, con el glamour y la high class Seminyakera y con cupido, que pensaba me tenía en su lista negra. Le siguieron 5 días de autocastigo, momentos duros de recolocación interior puliendo de nuevo fallos que pensaba superados. Resplandor en los últimos 6 días compartidos con gente de puta madre. Lo que pasó en Bali lo desarrollaré en los próximos posts...

Hoy no salgo que mañana vuelo y tengo que hacer cosas antes de irme. La frase que repetí unas cuantas veces la noche anterior se paseaba burlona por mi cabeza a las 8.20 am, cuando volvía hacia el hotel después de una graciosa despedida… Mauro, el argentino que conocimos en St. Kilda (Melbourne, Australia) y llegó a Bali hace cuatro días, dormía profundo en la habita. Reventado como iba, la cama me tentaba pero me subí a la moto y fui a Villa JAS, donde tenía que recoger algo de ropa. Llamé a J cuando llegué, ya que no tenía llaves de la casa. El hombre llevaba días con fiebre y no pudo venir, por lo que entre pederme de camino a su nueva casa o saltar el muro de tres metros de altura, por cercanía opté por lo segundo, pese al agudo dolor que persiste en mis costillas.

Llegué de nuevo al hotel y antes de preparar la mochila me di una larga ducha fría y desayuné con Mauro y Jason, el negro rasta que trabaja en una productora musical de San Francisco. Entre risas, el reloj se apretó dejando poco margen para imprevistos y con todo listo para dejar la room después de seleccionar lo que me llevaba y lo que allí se quedaba, no tenía la llave de la moto. Venga coño, ¿ahora? Pues sí. La busqué, la rebusqué, deshice y rehice la mochila con un cabreo creciente conmigo mismo, fui a la moto pero no estaban puestas… Joder. El plan era ir con mi propia moto al aeropuerto, dejarla en el parking y allí la recogería Johny. Ahora la opción era dejar la moto donde estaba e irme en taxi. Bajé a la sala de desayunos, *¿oye, habéis visto una llave de moto? – Sacó una del bolsillo,no era la mía. *Puede ser, gracias. La cogí y me fui a la moto sabiendo que quizá funcionaba (un día arranqué otra moto con mi llave) y aunque me costó encontrarle el juego, a media llave metida escuché el sonido del motor. Perfecto. Mauro, grande, nos vemos pronto.

Superada la primera traba me uní al denso tráfico de hora punta balinesa, mediodía, perfecto para ese momento de medio prisa. Zigzagueando con sueño, mochilote y calor pensé en darme la vuelta y que le dieran por el culo a Sri Lanka pero llegué con tiempo suficiente al aeropuerto y me metí en el avión donde la excéntrica señora maquillada hasta la frente que me tocó al lado intentó en vano conversar conmigo. En Changi, el megaeropuerto de Singapur, di más vueltas de las queridas para conseguir imprimir la visa Srilankesa, compré bálsamo de tigre óptimo para dolores musculares y preparé la ruta cingalesa durante la espera, que se alargó una hora sobre lo previsto por el retraso de mi vuelo.

Llevo días maquinando y he decidido cruzar el país en bicicleta. Aterrizo en Colombo, duermo un día entero, me compro una bici molona y pedaleo hasta Arugam Bay disfrutando del camino (400km, 6 días). En Arugam Bay parece que hay derechas largas y de formación perfecta(olas). Justo lo que quiero. Y como estoy convaleciente de las costillas, al tardar 6/7 días en llegar ya les habré dado tiempo a que se recuperen… ¿o no? La dificultad la pone el desnivel de la ruta, montañosa en 200 km.  

Llegué al discreto aeropuerto de Colombo a las 11.30 pm, cansado y motivado, extraña sensación. *Señor, su visa no aparece en el sistema, por favor, diríjase a esa oficina. ¡Cojonudo! Había dado un número de pasaporte erróneo, pero no hubo más problemas que diez minutos de espera en un ambiente algo tenso. La verdad, nada de nervios.

Es lo que hay
¡Por fin Sri Lanka! Quería una cama del tirón pero el precio del taxi se me iba del presupuesto y el servicio de autobuses funciona de 4.30am a 11pm, por lo que me quedé en un cómodo para sentarse/incómodo para dormir asiento de la amplia sala de espera que compartí con soldados del ejército cingalés, monjes budistas e ilusionados familiares y amigos de los pasajeros que iban llegando. Del sofá que encontré en uno de los stands de reserva de hoteles de lujo me levantó un policía más simpático que duro y vuelta a mi sillita.

Saqué rupias de aquí (160 rp = 1€) y a las 4.20, más cansado que tras un día semillando en el campo, cogí un tuktuk que me llevó a la “estación” de autobuses; me subí al que iba a Pettah, en Colombo 1 (va por zonas, hay hasta Colombo 16). Los 35 km los pasé en un estado de ensoñación despierta en los que percibía el sonido de la lluvia y el claxon, las ruedas salpicando, la vozdel cobrador por el pasillo. Veía en blanco y negro las caras de los cingaleses que me miraban extrañados, sentía necesidad de descansar.

Descendimos a toda prisa, como si fuéramos de contrabando y anduve desnortado hasta que otro tuktukero me llevó al ruinoso hotelillo catalogado en la Lonely Planet como el más barato de la ciudad. Mentira. 10€ por noche en habita para mí. 6€ en habitación de doce camas. Y pasaba de compartir. Así que eché a andar viendo como se desperezaba la ciudad, con 18 kilos de equipaje, objeto de miradas curiosas recibo sonrisas de todos los colores, básicamente ennegrecidas y cada vez que entro en un “hotel” me intentan clavar 10€, por lo menos podrían estar a pie de calle joder, que sólo por preguntar tengo que subir 30 escalones, cojones. Plena luz del día cuando un cinga con camisa y saronj por pantalón se me une a paso vivo, -¿buscas alojamiento? *Sí. -Sígueme. *¿Lejos? -100 mts.

Fueron tres kilómetros pero daba igual, estaba en el barrio hinduista de Pettah, zona de nativos, por eso me rechazaron en los seis hoteles a los que entramos, 3-4€ la noche. No room. Harto estaba, cuando otro chaval me hizo un gesto. Ven. Y allí me quedé, en el Everest Hotel… Menuda lucha, pero conseguido. Colchón de 2 centímetros de grosor sobre tabla de madera, ventanilla y ventilador. Baño compartido. Mi pequeño santuario para descansar tras dormir 2 de las últimas 43 horas… Campanas. No me lo creo, bueno son las 8 am, serán 8 campanazos. Cuando llevaba contados y escuchados ciento ochenta y cuatro empecé a reir… Luego otra tanda. Es lo que tiene estar al lado de la mezquita, gracias a quien sea, el sueño se apoderó de mi.

Desperté con hambre ¿qué hora será? La 1 pm. El dueño del hotel había llegado. *Aquí sólo alojamos a nativos. –No es mi caso. *Necesito tu pasaporte/visa ahora. Y mañana a las 7.30 te tienes que ir. -Cuando he llegado he negociado con ellos hasta las 10 am. *No ellos son trabajadores, el jefe soy yo. –No te preocupes que me iré antes de la hora pero los negocios no funcionan así. Payaso. (Eso se lo llevó en español).

Hoja de platanero a modo de plato,
recortes de perio'dico por servilletas...
Barrio hindui'sta.
Piloto tuktukero. No me convecieron
los amortiguadores ni los frenos de disco
ni la horquilla des suspensio'n...

Después de comer compré la toalla que no tenía y caí en una tienda de bicis de segunda mano tras un estresante viaje en tuktuk. Pedían 50€ por la bici de Heidi, tecnología japonesa decía el buen hombre y pese a que lo pensé mucho, no me veía haciendo 400km de montaña con ese hierro.



No he tenido que buscar para ver
la estampa...

Esta noche, la primera que he pasado en el país, ha sido la peor que paso desde hace tiempo. El cansancio acumulado no tenía correspondencia en el sueño y al dolor costal se le ha unido un fuerte dolor de dientes, boca y hasta pómulo. Calor, ruido ventilador, sin poder encender el Pc al no haber enchufe. Paracetamol, nolotil, nada. 1 hora, otra… Me levanto a hacer flexiones, estirar, trato de cansar mi cuerpo pero me duele la boca y no puedo sobar, escucho coches, pasos en el pasillo. Me siento sólo, buscando una postura que no encuentro. Decido irme en tren a Arugam Bay, mañana me voy. Muerdo una camiseta con todas mis ganas para mitigar el dolor, y al cabo de un rato, demasiado, me duermo. 

Larga ducha fresca de buenos días, recojo todo, separando en una bolsa de plástico lo que no me hace falta, y me voy del hotel. Tuktuk a la estación de tren. No hay trayecto directo a mi destino, así que compro uno que me deja a 100km, en Batticaloa,desde allí busearé hasta Arugam. Son nueve horas y no quedan camas. *¿Asiento de 1ª,2ª o 3ª clase señor? –Flash de Tailandia y su aceptable clase popular.-Tercera para mí, por 3€ me planto allí.

Sin haber estado en las colonias inglesas,
como decorado cuela fijo.
En una sala y con un hombre amabilísmo que me han evocado la Inglaterra colonial, he dejado el equipaje, a 0.30€ al día. Ahí se queda hasta el 19, que vuelvo. *¿Te vas en el tren de las 7.15 pm? –Sí. *Peligroso, 24 horas seguidas conduciendo el maquinista. Y se ríe. Espero que sea broma. Stoody (Gracias).

Ahi' esta' el ti'o contando
su dinero... 
Descubriendo sabores. Pastel de huevo, patata y vegetales con rebozado externo que me ha acercado a la cultura del país, eliminando barreras que parecían insalvables. Bollería artesanal azucarada y de beber, té. El té sabrosísimo y energizante que proviene de esas plantaciones que pretendo ver y patear. Café de Colombia, carne argentina, chocolate Belga (o marroquí, dependiendo) y el té, de Sri Lanka.

Todos coinciden en su tez de aceituna y en su mirada curiosa; te ven, se paran, te observan y sonríen, se acercan y comentan. Sonrisas picadas, marcadas por una vida centrada en familia, trabajo y religión. Sus ojos…

El tráfico es indescriptible, todo puede pasar, ceder el paso es dejar diez centímetros de margen entre vehículo y peatón, todos en continua interacción. Poco niño por la calle. No hay clase media en cuanto al trato, o se desviven con bondad o te rechazan sin maldad.

Me gusta lo veo, adoro lo que siento, espero entenderles como hago con el viento. Perdiendo en confort se gana en pureza, quizá sea amor lo que tengo en la cabeza, ¿Amor? ¿Amor a qué? ¿Amor a quién? O tienes mucho tacto o me lo dices en abstracto. ¿Eso piensas? A ver esta: Toma el control de tu vida y desenrolla el pergamino, sólo tu intuición puede vencer a tu destino. Cristalino. Y ya no sigo porque en breve subo al tren, qué será de este viaje, espero por lo menos que mi alma no se baje ni se raje. ¡Equipaje! Voy a recogerlo y a encerrar a la razón prefiero que esta ruta me la guíe la pasión.

¡On the road!


martes, 23 de abril de 2013

UN PLACER

SEAWS XXXVIII
South East Asia Wild Spirit

QUE NOS QUITEN LO VIAJADO 
Villa, nosotros nos vamos a Phuket en el ferry de las 2 pm, ¿tú tiras hacia Koh Lanta o qué? *Sí, a las 11.30 sale mi barco. Koh Lanta, Railey y Krabi es lo que me queda por Taildandia. En una semana nos vemos en Bali ¿no? *A Lucas sí, a mí me verás por España, esta es mi última noche, mañana volamos a Singapur y yo de ahí a Madrid.

El abrazo entre los dos fue sincero. Divertidos los quince días del tridente por las islas de Tailandia.

Cuando la señora del guesthouse me devolvió el pasaporte, garantía de que todo estaba en orden, me di cuenta de que no tenía mi cartera. Villa. En su mochila. Y se ha ido al puerto hace media hora. Llegamos sudados al muelle, dos ferrys a pocos minutos de zarpar, ambos dirección Koh Lanta. Buscamos a Villa uno en cada barco. Nada. No puede ser, tiene que estar aquí. En la segunda batida Inu le encontró y salió de la cabina con el tarjetero en una mano. ¡Yepa! Cerca.

Desayunamos lo que compramos en el seven eleven en una terraza de película con una conversación de cine. Esos detalles son de lo mejor de Tailandia: la gente no es quisquillosa ni tocapelotas. Que llevas tu bebida al restaurante, perfecto. Que estás de copeo en un supermercado gozando del aire acondicionado, te sonríen. Que pagas lo que adquieres al día siguiente, no pasa nada. Pequeñas cosas que en caso de ser negadas quitan más de lo que a ellos les reporta. Las tres horas de ferry las pasamos en cubierta acangrejándonos junto a unos cuantos con el intenso calor.

Conseguimos habitación en un callejón frente a la playa de Nai Yang, la más cercana al aeropuerto. Cenamos con los pies en la arena, repasando la aventura que vosotros habéis podido seguir en la distancia y tras una noche marcada por el calor y para mí por el dolor en las costillas, cogimos el último avión conjunto.

Ya en Singapur, donde empezamos, el hasta luego, la despedida. Mirada grave de mutuas gracias y abrazo sonriendo cuya esencia encerraba todas las experiencias vividas en estos catorce años de amistad. Las recordadas y las olvidadadas.

Interrail. Notre Dame. París. 
Interrail. Amsterdam. Ahí si que gané!
Aquellos mágicos veranos en Puerto Rey (Almería), forjadores de buena parte de la personalidad que ahora tenemos. El desvirgue viajero transfronterizo que significó el interrail por Francia, Holanda, Bélgica y Luxemburgo hace 9 años. (En una de las paredes de mi habitación aun cuelga la matrícula amarilla de aquel coche francés, evocadora de ese trip.) Las cenas de fin de año en Madrid y, tan reciente que aquí sigo, el SEAWS. Lo que empezó como una idea un tanto irracional (Ir con lo justo a trabajar ilegalmente en el país y continente más lejano al tuyo, en otro idioma, en otra cosa,  para hacer dinero y luego viajar con eso) se ha plasmado en la realidad colega.

20/11/2012. Empezaba SEAWS
Hemos de dar gracias a Denny y al BeachComber por brindarnos la oportunidad de generar liquidez, pero que sepas que nadie nos ha regalado nada. A posteriori parece bonito y lo es, aunque con matices complicados. Jamás olvidaré la persistencia de dos licenciados en derecho partiéndose el lomo durante cuarenta días consecutivos a 40° de temperatura en un campo de cultivo de la Australia profunda, por elección propia, apoyándonos hombro con hombro en situaciones que en el vivir cotidiano no se dan.
Ha salido bien el trip. Una pena no haber podido ascender el volcán Rinjani (Lombok, Indo) ni conocer las islas de Flores, Komodo y Sulawesi (Indonesia) como en principio teníamos planeado. Lo intentamos, pero la época lluviosa nos dejó tirados en Sape (Sumbawa) con el mar embravecido. Da igual, hemos tenido salud, energía y el apoyo incondicional de familia y amigos, con eso vale y sobra. Laos y Vietnam los descartamos nosotros, fijo que ahí seguirán para una futura incursión.

Lo mejor ha sido el valor añadido. Como tú dices, te esperabas un viaje externo, de ver, conocer, hacer y, sin embargo ni perjuicio, a la par has realizado otro interno, el de sentir. Esa dualidad es la recompensa del viaje: conocerte a ti mismo en más vertientes de las que imaginabas, haberte testado en situaciones fuera del radio de la normalidad más rutinaria y, además, haber salido triunfante de las confrontaciones contigo mismo. Un éxito, vamos. Ahora, ¡a por el resto de la vida!

Inu, amigo, un placer viajar a tu lado. Nos vemos en la tierra que nos vio nacer.

Arrumani

¡Suerte y a darle fuerte!


miércoles, 17 de abril de 2013

KOH PHI PHI


SEAWS XXXVII
South East Asia Wild Spirit

NO NOS ENGAÑEMOS, LA DISTANCIA ENTRE NOSOTROS MÁS LA MARCA LA ACTITUD QUE  LOS KILÓMETROS

Es sencillo viajar por Tailandia. Tan sólo requiere paciencia en los transbordos entre ferry, tren, camioneta o autobús (si te mueves en avión ni eso) porque el resto, es decir, las conexiones y la seguridad, vayas por libre o por agencia, están conseguidos. Se nota que el motor económico principal de este país es el turismo. Cómodo pero carente de los estímulos esenciales en mi concepto de viajar: instinto de supervivencia y desconocimiento del desenlace.

Villa e Inu acomodados en el Ferry
nocturno. Mejor de lo previsto.
Para ahorrarnos una noche de alojamiento viajamos en el ferry nocturno, que sorpresivamente contaba con estrechos colchoncillos a modo de cama haciendo de las siete horas de travesía un agradable paseo por el golfo de Tailandia. En las camas de al lado unas israelitas buscaban algo y no se les había perdido nada por allí. Ay picantonas que os quedasteis con ganas en la full… Una vez en Surathani, la hora y media de espera la pasamos desayunando a oscuras en mesas y sillas plegables frente a un pequeño bar con Joey, el neoyorquino negro que vivía en Harlem y con Dirk, el holandés que, después de drogarse lo máximo durante un mes en KP, iba a realizar el “vipassana” (técnica India de meditación para acercarse a la verdad que incluye el voto de silencio) durante diez días. Tres horas de furgoneta con el AC a 20° y una americanada de película en la pequeña pantalla colgante, llegada al puerto de Krabi, otra hora por allí, subimos al nuevo ferry y, 15 horas después de dejar Koh Phangan, arribamos a Koh Phi Phi Don, una de las islas que forman parte del Parque Nacional de las Islas Phi Phi. No es que lo sepa todo, es que al entrar hay que pagar una tasa de 20THB para contribuir a su mantenimiento…

Pues nada, a lo de siempre: patear las calles conociendo el pueblo y encontrar alojamiento lo más barato posible. Metidos en el papel de gastar lo mínimo en hotel, encontrar el más económico nos generaba un extraño placer. El mapita de rigor y su explicación práctica nos lo proporcionó el colombiano Osvaldo, monitor de buceo de una de las múltiples escuelas de submarinismo repartidas por la isla. *Aquí está  la playa bonita, aquí los hoteles baratos, aquí el mercado local y aquí la movida nocturna. ¿Queréis hacer alguna inmersión? -Si nos haces un 3x1 somos tu equipo.

Ya sabíamos que los precios de la costa oeste, la de Adamán, eran más elevados que los de la costa este, de donde veníamos, pero siempre te queda la esperanza de ser tú el listo que encuentra la ganga. Pues que va. El turismo con mayor capacidad adquisitiva tiene esta costa como destino predilecto y eso hace que los precios se disparen (sin olvidar que no deja de ser el Sudeste Asiático). Habitación para tres entre 4000 y 1200 THB en los nueve hoteles/hostales que preguntamos… Finalmente, buscando y dando pena, conseguimos habitación para los tres en una de dos por 800THB/día en el Taphea Guesshouse. Era la 1.35 pm y una excursión en barco a Koh Phi Phi Leh salía a las 2 pm. Esa es la nuestra. Inu y Villa un poco reticentes al principio por eso de que acabábamos de pegarnos un largo viaje pero sabiendo que sólo íbamos a estar tres días y que las noches serían potentes les convencí para ir del tirón. Cama de matrimonio para los tres. Sí, para la boda de Ena y No porque vaya dimensiones, enorme la idea de Villa de separar colchón y somier y utilizar ambos como camas.

EXCURSIÓN A KO PHI PHI LEH
Precio: 400THB         
Duración: 4 horas
Pasajeros: Entre 12 y 20. 

Molestando a los monillos
Exuberante la belleza de esta isla/peñón que parece accesible a nado desde Ko Phi Phi Don. El creador dejó caer gotas de intensa tonalidad sobre mar y vegetación, matices elevados hacen que la vista sea de los cinco, el sentido más beneficiado en este paraje. Aguas de un color inclasificado. No es turquesa. No es azul convencional, cielo ni celeste. Es azul lavado con peces de colores y mezclado con caracolas blancas en las que escuchas el secreto de este calmado mar que una vez fue virgen. Paraíso mancillado por por Inu, por Villa, por mí. Por el desagradable sonido de los incontables barcos que continuamente rodean el gran islote, por los innumerables japoneses que infestan la orilla de la joya Maya Beach equipados con chalecos salvavidas amarillos, no vaya a ser que se ahoguen sus tobillos. La demanda turística ha obligado a los pescadores que allí vivían a realojarse en las cuevas, electricidad generada con paneles solares. Una belleza cuyo acceso, al estilo de otras maravillas de este mundo como la Ciudad Inca de Macchu Picchu (Perú) o la salvaje isla del noreste de Brasil, Fernando de Noronha, debería estar restringido a un número máximo de visitantes al día, al mes, al año. Pero es lo que hay, así que vamos a disfrutarlo.

Una porción de arroz con vegetales (gracias a que las holandesas no tenían hambre repetimos), piña fresca y agua incluidos en el precio de la excursión; hay que añadir otros 100THB por acceder a Maya Beach. En realidad esos 100 bahts por persona se los quedó el patrón, astuto él atracando el barquito en la playa trasera en vez de en la principal, de pago.

Lo mejor: Dejarte seducir por los encantos de una isla tocada por la varita de la sensualidad, maya bay, la cueva del vikingo, aguas rebosantes de vida acuática… Exaltación de los sentidos. Gritar la frase de Leo Di Caprio en la peli “La Playa” cuando está contando su pelea con el tiburón, homenaje a Mauro: ¡I will not die today! Flotar media hora en mar abierto entre las dos islas con Inu y las holandesas mientras el sol bajaba y el resto se aburría en el barco.

Lo peor: Disfrute disminuido por la cantidad concentrada de turistas y por el poco tiempo que da el patrón para gozar de los lugares; cuando empiezas a conectar, zas, a otro lado. Prisa. Coincidir en el barco con miguelitos de la vida que no quisieron quedarse a ver el atardecer… ¿Qué coño tenéis que hacer? Tira el reloj pardillo.

Oye Villita, ¿cómo puedes pisar un erizo con púas de treinta centímetros de largo haciendo snorkel? Eso le pregunté al malagueño al ver en su pie un montón de puntos negros. *Ya ves colega… -¿Te duele? Ya sabes, limón y a esperar que salgan. *Qué va hombre, esto me lo rajo yo y verás cómo se van…

KO PHI PHI DON

Restaurantes, pubs y hoteles comparten las empedradas calles con talleres de pintura, escuelas de buceo, tatuajes a máquina y bambú, y tiendas de recuerdos. En esta isla hay fiesta y ambiente trescientos sesenta y cinco días al año, impactante. Durante el día la gente se dispersa en diferentes playas y actividades, pero al correr el oscuro telón de la noche todos se dan cita en la LohDaLum Bay, que hierve. Sólo 2 garitos en la playa, suficiente. La calle que lleva a ellos está abarrotada de puestos de comida, según estás yendo ya sabes que a la vuelta la parada será obligatoria… Así fue la primera noche, de la que me acuerdo a ratos. No me costó encontrar el hotel ya que escuché a Villa hablando por teléfono desde bien lejos mientras aun  rumiaba el peperoni de la pizza intempestiva…

Tras el movido primer día/noche, temprano nos arrastramos al seven eleven a por el desayuno. Salvación cuando se abren las puertas automáticas y te golpea aire fresco en la cara. ¿Playa? Habita… Allí estuvimos hasta las cuatro de la tarde, cataratas de sudor sin que lo evitase el pequeño ventilador, Dani Rovira monologueando en el Pc y tres canciones repetidas durante horas: Alosque de la pegatina, Todos los días sale el sol de Bongo Botrako, Mil vidas de Nach. A gusto. Para nosotros, los restaurantes eran invisibles destino el mercado local. Más puro interactuar con los nativos menos acostumbrados y corrompidos por el turismo, mantienen su ritmo pausado, su sonrisa tras anotar mal un plato y su trato honesto desapegado, lejos de la careta de educación tras la que se suelen ocultar los camareros de los establecimientos donde la propina es importante.
Una de las últimas vistas juntos, amigo.
Luego del ya tradicional Pad Thai caminamos hasta el View Point, desde donde se adivinaba un atardecer de postal en la Phiphitada. Subimos pronto, con ganas de disfrutar de buena ubicación para vivirlo y, después de dos horas y media bastante cachondas comiendo pipas sentados en el borde de la roca, el Sol empezó la recta final de su descenso. Al final, que todo esté repleto de gente tiene su encanto.

Era el vigésimo séptimo cumpleaños de Inu y los tres íbamos con ganas de hacer algo bonito aquella noche. Bonito fue el espectáculo de fuego que se montó en el Slinky Bar. Cinco chavales muy Street haciendo virguerías con cariocas y palos de fuego, movimientos musicales que aunaban ritmo y contorsionismo. El punto gracioso lo ponía el que imagino es el hermano de alguno de ellos, una bolita de diez años que sirvió de sparring en los inicios de la comba, limbo y la atracción estrella de la noche, el aro, todo de fuego. Los dos primeros ya los había catado en Koh Phangan y el aro me llamó la atención. Después de ver cómo los maestros tais saltaban con mucho estilo en una doble comba de fuego y uno de ellos se doblaba como si tuviese un skate en la espalda mientras sujetaba a una chica del público en sus rodillas para pasar por debajo del limbo, elevado a menos de medio metro del suelo, llegó el  momento del aro de fuego.
La imagen no es mía, pero nos hacemos una
idea del rollo que se lleva por las Phi Phi...
El proceso de dificultad es el contrario al limbo, es decir, empieza en lo más bajo y acaba en lo más alto. Lo hice entero. A cada salto logrado recibías un chupito de ron. Y claro, sin mucho dinero para gastarme, ese regalo lo aprecié bien. Poco a poco tensaban las cuerdas y el aro se elevaba, cada vez éramos menos los que nos decidíamos atravesar el aro en llamas. 2 saltadores salieron chamuscados y uno tropezó justo antes de saltar y se empotró de boca. Al séptimo chupito iba más caliente que el fuego y me vine arriba agitando las manos para que tensasen más las cuerdas. Pensaba que no, pero los chavales me hicieron caso y allí me vi con el foco enchufado en mi sudorosa cara. Pues nada, allá voy… Corrí como un idiota con un brazo a lo superman y delfineé envuelto en los flashes de la gente, cuando mis pies evitaron las llamas sonreí brevemente, hasta que al caer incrusté el codo derecho en mis costillas. Esta vez fui yo el que se levantó como si nada, recibiendo dos chupitos por el salto, forzando una sonrisa con el costado derecho reventado. Acabado el show, pasamos al bar contiguo.

Colocado en medio de la playa/pista de baile, un solitario poste de cuatro metros de altura coronado con una base en la que no caben más que dos pies juntos, otorgaba el minuto de gloria a quien se subía a él. Lo complicado era bajar. Unos se tiraban de frente o de espaldas a lo Rolling Stone cayendo sobre el enfiestado crowd. Otros destrepaban el poste a duras penas y uno… ¡Ay de tus ligamentos cruzados chaval! Hizo la clásica de mover los brazos para crear espacio, lo que atrajo la atención de muchos… Inu esperando un back flip o algo por el estilo… Dudó, saltó y sobre los decibelios de música se escuchó el crujir de su rodilla al impactar los pies en la arena…

De camino a la playa vimos varios.
La noche siguió su curso apocalíptico y el último día antes de conocer Phuket lo pasamos en la cala predilecta de una monitora de buceo, pasada Long beach. Se acercaba el fin de trip de Inu, cuenta atrás de tres días para poner fin a casi cinco meses de experiencia. Phi Phi, Phuket, Singapur, Madrid.

Como despedida, el destino unió por tercera vez tiempo y espacio con las hermanas Choy, holandesas que conocimos en Bangkok, encontramos en Koh Phangan y reencontramos volviendo de la playa. Acababan de llegar a la isla y quedamos en vernos después de cenar. El sincrodestino fue la guinda del pastel que cocinamos en Australia entre Shepparton y S. Kilda y que hemos ido saboreando en el Sureste Asiático, entre Indonesia, Camboya y Tailandia.

Desde la lejanía tendemos a idealizar aquello de lo que renegábamos en su momento, vivimos persiguiendo los sueños de los que queremos despertar cuando estamos inmersos en ellos. Para. Detente. Obsérvate con perspectiva. ¿Qué quieres? Decide el camino y recórrelo hasta el final pese a los impedimentos que sin duda vas a encontrar. La lucha es diaria. La recompensa, eterna. 

I will not die today!! Inu en Maya Bay.
No te vale con el erizo de los pies ¿no? Villa colgado en Maya Bay
Otro que va con la casita en la espalda. Ermitaño tailandés en playa larga. 
Barcos de popa larga. Ko Phi Phi, Tailandia.

lunes, 15 de abril de 2013

KOH PHANGAN STYLE

SEAWS XXXVI
Soth East Asia Wild Spirit

SI ERES CAPAZ DE IMAGINARLO, TEN POR SEGURO QUE PUEDE HACERSE
Dicen que todo se inició en una fiesta de cumpleaños en 1989, que la reunión en la playa de Haad Rin bajo la luna llena fue tan especial que en la siguiente luna llena se volvieron a reunir allí. Y así sucesivamente, la tradición mensual fue creciendo y creciendo, traspasando fronteras, hasta convertirse en el masificado fenómeno que es hoy día. Por el camino se ha perdido pureza y esencia, quedando tan sólo el escenario, el ruido y el recuerdo de un pasado quemado a base de exprimir el negocio. Algo así como la transformación que ha sufrido Ibiza a través de sus diferentes etapas: descubrimiento, apogeo y decadencia en calidad y exclusividad.  

Haad Rin Sunrise desde el agua
Me lo esperaba diferente. Imaginaba gente interesante, cultivada, vivida, relajada por fuera y con fuego vital por dentro. Pero salvando raras excepciones en peligro de extinción llegadas al presente esperando el pasado, lo que allí se congrega es una manada de pseudoadolescentes descontrolados a los que les venden el paquete vacacional en su país de origen. Es el Punta Cana de los países nórdicos, el Mallorca de los alemanes. Apuesto a que las universidades de Suecia, Finlandia, Noruega, Dinamarca e Inglaterra cuentan con una amplia oferta turística de esta isla otrora selecta. Como no sabemos si este blog lo leen niños, el contenido para adultos lo suprimiré del texto.

Primera y única noche que
dormí en la cama. Mi sitio estuvo
en la hamaca de la terraza.

Fue poner un pie en el muelle de Thongsala y el siguiente en la camioneta que nos llevó botando junto a nueve ingleses por el abrupto terreno hasta la Haad Rin, el punto más sureste de la isla. Nuestro apretado presupuesto nos había concienciado de que iba a ser una mañana dura buscando alojamiento. La recomendación de reservar hotel por internet pasó al olvido al ver el precio que allí se ofertaba. ¿Cama en habitación de diez personas por 12€ cada uno? Estamos buscando una habitación para los tres y como mucho pagamos 8€/persona. Buscaríamos in situ. Así, tras un escénico camino con bonitas vistas de mar y selva, desembocamos en una calle “comercial” recomendada por el conductor. Gracias man. Entramos en el hotel más cercano, el Neptune Villa. 3.000THB (78€) la habitación para tres. Sin piscina y con internet. Jajaja. A ver sapete quítale un cero a tu precio, eso es lo que buscamos. *Imposible en este periodo, es la fullmoon.  Contra pronóstico, el siguiente “resort” en el que preguntamos vio nuestro despertar los siguientes ocho días. ¿La razón? Bungalow de madera con terraza, vistas al mar (lejano, pero allí estaba) baño y King size bed por 500 THB. Además captábamos el internet del Neptune, por lo que con un batido de soja allí comprado nos hicimos con la clave para toda la semana. *Es para dos personas, no podéis quedaros tres. -Venga hombre, en vez de 500 te damos 600, qué más te da. No necesitamos cama extra, nos duchamos rápido y nos quedamos más de una semana. Bueno para ti, bueno para nosotros. Y por si el precio no era el adecuado, el buen hombre nos hizo saber que tras la fiesta se rebajaba a la mitad. Vamos, que dormimos por menos de 4€ la noche y eso nos dejó un margen inesperado para invertir en ocio.

Ni una mueca de dolor el animal. Y eso que no le gustó el 
aro que le pusieron y se lo cambió sobre la marcha. Dolor.
Koh Phangan ocupa más del doble de la extensión de Koh Tao, aunque para nosotros se redujo a dos playas opuestas separadas entre sí por el acogedor núcleo urbano: la Sunrise Haad Rin (donde se celebra la luna llena) y la Sunset Haad Rin (donde nos alojamos). Todo quedaba a menos de quince minutos a pie. El seven eleven donde desayunamos cada día con cara de mañana y recenábamos con la cara desencajada, el mercado que descubrimos por suerte el tercer día después de que nuestro pequeño restaurante local estuviese cerrado. El tatuador donde Villa se calentó y salió con un aro en la nariz mientras nos pintábamos el brazo para la fiesta, la tienda de ropa fluorescente regentada por la amable tai que rebajaba los precios más bien poco y la playa testigo de nuestra semana fantástica. No hicimos excursiones. Ni cascadas, ni barcos ni otras playas.

HAAD RIN SUNRISE 

Dos ingleses, un francés y un español. ´
72 toques con la cabeza entre los 4.
DE DÍA: La gente relaja, entorno tranquilo, peña leyendo, jugando al freesbee, a las palas, partidillos de fútbol y baños en una playa de finísima arena blanca, agua cristalina a temperatura perfecta. El sol irradia fuego y las posibilidades de sombra empiezan hacia las cuatro de la tarde. Zumos y batidos de frutas tropicales. Es el escaparate para lucirse de cara a la noche y ver a una familia con niños es tan posible como encontrarte a un cerdo vietnamita paseando por el parque del retiro de Madrid. Los hay, pero no es muy común. Barcos de popa larga salen y entran continuamente a la bahía llevando y trayendo turisteo. Seis son las calles que desembocan en la playa. Es el punto de alquiler de motos de agua más barato que he encontrado en el mundo, de momento. En Colombia salía a 25€ los quince minutos, igual que en Indonesia. En España el precio es de 50€/15 minutos. En la Haad Rin son 12€/15 minutos. Y tu límite es el mar, no se trata de un circuito cerrado con boyas.  Todo ello con música house de fondo.

Dominio absoluto de cariocas y palos
de fuego. Bidones de gasolina ahí mismo.
Más de uno se chamuscaba pecho
y pelo... Caí en la antepenúltima ronda.
DE NOCHE: Cuando el sol cede su puesto a la luna, el recato hace lo propio con el desenfreno, la tranquilidad con el exceso y los batidos de plátano y sandía se diluyen entre buckets de vodka con red bull. Ya no calienta el sol, calienta el fuego del espectáculo diario que tiene lugar en el Cactus. Juegos de niño tales como saltar a la comba y pasar por debajo del limbo son adulterados por la incandescencia del elemento, envuelto en llamas. Botella para el campeón. La playa se convierte en un parque de atracciones a 40°. Mirando al mar, en el córner izquierdo de la bahía se concentran bares psicodélicos elevados sobre el acantilado, figuras mitológicas graffiteadas en sus paredes, iluminación extravagante y alternativa. Esa esquina es famosa por sus hilarantes zumos de setas alucinógenas que te transportan a una vertiente más cómica de la misma realidad.

El derroche de luz en la zona de garitos es llamativo y lo es más su tendencia a la máxima intensidad sin calentamiento previo. Música comercial demasiado cañera desde primera hora, no se aprecia una evolución ascendente que te lleve a volar. Cuesta adecuarse al ritmo de la noche, aunque una vez conseguido la cosa cambia y es placentero flotar entre las notas.

Impresionante observar y formar parte de la fermentación de la fiesta, creciendo cada día y noche, nuevas caras que se sumaban minuto a minuto hasta alcanzar el cénit con la luna redonda iluminada sobre el cielo tailandés el pasado 25 de marzo. Más de 13.000 personas hicimos vibrar a la Haad Rin. Pinturas fluorescentes, chavales que pasaron la noche entre rejas por poseer sustancias que no debían, toboganes de agua, caídos en combate y ganas de ver amanecer… FMP.

Panorama a las 7.30 am en la FMP 

Villa con su burra

Inu en pleno goce

Ni Inu ni Villa habían cogido nunca una moto de agua y la sensación que tuve tras ver sus caras de felicidad después de veinte minutos de velocidad, giros y caídas no entra en la esfera del dinero. Inu le dio duro y a Villa le recogí en la orilla para darle juntos los últimos cinco minutos… Tardó bien poco en coger el feeling aunque al principio giraba con reservas. Va Villano, dale gas a fondo, más, más, cuando te diga gira todo a la derecha bruscamente sin soltar gas… ¡Ahora! Salimos ambos despedidos de espaldas acabando a más de doce metros de la moto. Jajaja fue espectacular. Inu recortando como si no fueran sus primeros minutos. Muy guapo.

Atardecer en Sunset Beach. Villa tras la cámara.
Supongo que a Inu le empezaba a afectar su cercano fin de viaje, el esguince de tobillo y la incertidumbre de lo que vendría después y a Villa el ajustado presupuesto del que no se desvió haciendo gala de una gran disciplina mental. Por ello disculpaba su falta de ánimo en el día a día, no sin hacer comentarios sarcásticos de la situación. Preferían estar en la cabaña en vez de en la playa durante el día, *mucho calor macho. Cuando daban las 12 de la noche Villa volvía para el bungalow y en la full moon tuve que ver el amanecer rodeado de otros españoles ya que los compañeros no llegaron, así que algunas cosas las hice por mi cuenta para no quedarme con las ganas.

¿Dónde está Inu? *Ha ido al baño.
Le vi aparecer con esta tartita.
Gracias equipo!
Degustamos a diario excelente comida tailandesa en un clima sin prisas con el ventilador enchufado en la espalda, nos encontramos con vari@s que conocimos en Bangkok, Koh Tao y Angkor Wat. Flipé al entender que los ladyboys en Tailandia son un amplio grupo social e incluso cuentan con subvenciones del estado para sufragar sus operaciones de cambio de sexo. Pensaba que se travestían por la noche pero que va, atienden en restaurantes, comercios, hospitales y abundan por todos lados… Me quedé loco. Playa de día, fiesta con los pies en la arena de noche. 3 días alquilé moto de agua, uno de ellos el 30 de marzo, que cumplí 28 años.

Y así, entre pad thais, vegetales cocidos con anacardos, batidos de coco y fruta del dragón, partidillos de fútbol en la playa y celebraciones nocturnas sin fin transcurrió la semana en Koh Phangan.

Así empezamos la FMP a las 9 pm...
Y así la acabé a las 10.15 am...
Próximo destino, Koh Phi Phi y Maya Beach, en la costa de Adaman, al oeste de la Tailandia continental. Allí se rodó la película de “La Playa” protagonizada por Leo Di Caprio, si no la has visto, ya tienes dos horas ocupadas…

Muy tranquilos en la HR


¿Quieres tarta? Felices 28!