domingo, 14 de abril de 2013

KOH TAO


SEAWS XXXV
South East Asia Wild Spirit

Reposando sensaciones en Bali, la isla de los dioses, donde todo puede pasar y de hecho pasa, dando un enfoque olvidado a uno de los ingredientes que añado a todas mis acciones… Love
Lógicamente Villa no estaba en la Kao San cuando llegamos. Debe de estar en la estación de tren. Apretados por el reloj, degustamos el último Pad Tai bangkokero en el turbo tuk tuk que nos llevó a lo máximo que daba el gas… ¿Lucas? ¿Inu? Allí estaba Villano sentado a la derecha de un monje budista. ¡Qué pasa nen! Grande el reencuentro con uno de los figuras malagueños que conocimos en Uluwatu (Bali). *¿Queréis ducharos? –Sí colega, llevamos todo el día viajando… Por 20 THB duchita potente en la estación, lavada de dientes y frescos para iniciar un viaje de 10 horas en tren sin cama. La mejor hora para salir de Bangkok rumbo las islas del este de tai son las 19.30, por el tema de posterior conexión con el ferry a la isla.

 Y así lo hicimos. Esta vez el tren sí se llenó y, tras ponerme al día charlando con Villa (Inu dormía ovillado en el asiento contiguo), me empecé a sentir incómodo allí sentado, así que me tiré al suelo bajo el asiento siguiendo el ejemplo de varios locales. Cuando me desvelé tenía la cabeza de Villa en mi tibia y éste el pie de una niña en el pecho. Todo un tetris de personas buscando la mejor postura, que en realidad no formaba parte de las posibilidades para ese viaje. Llegamos a Chumphon y, por comprar el billete en diferentes días, nos dividimos reencontrándonos tras el ferry en el puerto de Koh Tao.

Koh Tao Koh Tao Koh Tao, *¿cuánto te ha koh tao? -Ná, barato colega, aunque la cama dura, hoy me ha koh tao levantarme ya sabes… *Yo también estoy roto, me he koh tao con el coral en Freedom beach hace un rato… -Qué malo amigo, basta de tonterías ¿no? *Tienes razón, por cierto ¿os he koh tao nuestro trip por la isla? Así nos fue…

Caldo de cultivo de escuelas de submarinismo que proliferan gracias a la belleza de sus fondos coralinos, la abundancia de especies marinas y las ventajas fiscales para su creación, nido de puretas que subieron al avión buscando recuperar las sensaciones vividas en el útero materno para renacer en una tierra ajena a su pasado, hogar de una amplia comuna española y enclave de belleza tal que ni las hordas de turistas legos en el significado de viajar consigue disminuir, Koh Tao supuso nuestro reencuentro con el mar después de dos semanas continentales.

Tierra a la vista! Qué sensación tuvieron que tener los verdaderos
descubridores. No sabían lo que se iban a encontrar, siquiera si
iban a encontrar algo. Llegando a Koh Tao.
Y la cogimos con ganas. Con tantas ganas que al arribar a Seatran Pier caminamos bajo el perpetuo calor asiático, con diez kilitos a la espalda, los cinco kilómetros que separan el puerto de la bahía de Chalok Baan Kao, al suroeste de la isla, abriéndonos paso entre la selva taxista aglomerada a lo largo del primer kilómetro al estilo de los animadores ciclistas durante la etapa alpina del Alpe D´Huez en el Tour de Francia. ¿Por qué a esa bahía? Habíamos oído y leído que era zona tranquila obviada por el turismo feroz, concentrado en la playa de Sairee, en la costa oeste de Koh Tao, Isla Tortuga.

Vistas desde la amplia habita del
IHASIA. Sería la única vez que
contásemos tres camas en una room.
Desentumeciéndonos tras el primer
baño en el paraíso Kotaoero.
Villa cargando con la mochila de Inu, mitigando así las molestias causadas por el esguince de tobillo aun no curado que arrastraba éste último. Los 200 THB/persona ahorrados en el transporte sufragaron nuestra primera noche en el IHASIA, hotelete-escuela de buceo situado a pie de playa, regentado por “El Brujo” y su equipo español, altamente recomendable si esta isla forma parte de tu itinerario. Fueron dos días y dos noches armónicos, timming perfecto antes de partir a la vecina Ko Phangan. 

En necesidades básicas, encendimos el modo ahorro, espoleados por un Villa experto en multiplicar la eficiencia del dinero. Nuestro restaurante se llamó Seven Eleven y el menú estuvo compuesto por noodles instantáneos de diferentes sabores, todos picantes. Desayuno, comida y cena. Menuda sudada se pegó Villita comiéndose unos ultrahot, lágrimas corrían por sus acaloradas mejillas. Prácticamente no contactamos con nacionales thais en una isla propicia para iniciar una etapa vital relajada fuera del radar del sistema establecido.

RODEANDO LA ISLA

Aparte de sus barecitos playeros donde se bebe libertad y se descorchan sonrisas con y sin luz, la verdadera belleza de Koh Tao reside en sus cristalinas aguas rebosantes de vida submarina. Suerte tuvimos al conseguir enrolarnos a la excursión guiada por Roland, experimentado patrón bávaro en un clásico barco de popa larga impulsado con un motor de tractor de 15 CV adaptado a su nueva función. Compartimos bote con dos chicas de Zaragoza y tres de Barcelona y nos llevamos tan bien que seguimos la excursión en tierra firme hasta que casi salió de nuevo el sol, ya con Villa, que no quiso unirse al diurno rodeo isleño, no le latía el minitrip.

Crew del día

Tritón Inu 
Muy buen rollo, tuvimos suerte.
Buceando con una sombrilla de mar. Roland tengo la aleta rota.*No te preocupes
funciona igual de bien. ¿?

Roland, que lleva cuarenta y tres años fuera de su patria viajando por los cinco continentes, fue un excelso anfitrión, extralimitándose en sus funciones, regalándonos un día y una visión periférica de la isla inolvidable (hasta que venga el Sr. Alzheimer a jugar con nuestra mente). *No, no, el dinero al final, sólo me pagáis si os gusta. La primera hora ya hubiese valido la actividad. Nos dirigimos a Shark Bay (Thian Og Bay), donde con suerte avistaríamos tiburones de punta negra, claves en el ecosistema de esa zona. Los ocho en el agua, la adrenalina del entorno neutralizó la resaca de una primera noche menos tranquila de lo que prometía en principio.

Roland en acción. En una de sus inmersiones atravesó un
banco de peces enorme, aguantó hasta que se reunificó sobre
él y ascendió entre el torbellino de peces tropicales girando
a su alrededor. 
Me separé del grupo dirección corazonada. Coral muerto en la bahía, pocos peces y signos de vida, inmerso en mi respiración, a lo lejos diviso un tiburón nadando por el fondo… ¡Yepa! Algo más de un metro de escualo; le sigo respetando su espacio, su hábitat, sólo quiero verte más de cerca, honro tu especie. Nado tras él hasta que veo otro tiburón, más pequeño y nervioso. Joder. Saco la cabeza: ¡Inu! ¡Chicas! Venid aquí, no os podéis perder esto. También buscamos a la tortuga más vieja de la isla, pero no dimos con ella, por lo que nos dijeron suele salir al atardecer, como los abuelillos en los pueblos. Al poco me vi buceando con Roland; él hace apnea y permanece cuatro minutos sumergido, agarrado a dos rocas. El hombre es capaz de estar seis minutos bajo el agua, gracias a ello se mimetiza con el fondo y la vida alrededor deja de temerle, por lo que puede observarla mirándola a los ojos. Intento copiar su técnica (adaptándola a mi capacidad pulmonar) al ver que dos tiburones le pasan por encima.

Tiburón de aleta negra, no es tan peligroso como el gran blanco,
el tigre o el toro, pero también tiene dientes.
Quiero esa visión. Buceo, me mantengo sujeto a una roca y cuando me estaba quedando sin aire le veo venir. A tres metros de mí asciende para evitarme y aprecio la media luna de su boca, qué guapo. Emocionado salí del agua. Entre bromas, peces de colores, chapuzones y fondos impactantes transcurrió el waterday. Tanote Bay, Mango Bay, Nang Yuan y Sai Nuan fueron nuestras paradas técnicas. Los 600 THB que costó la excursión nos dejó un dulce regusto por el valor intangible de la misma, el campo de los recuerdos. Ese precio se ajusta más a una excusión amplia, no a una cuasi privada. Gozada.

Por la tarde nos reencontramos en el IHASIA con Villa, quien snorkeleó junto con otros españoles en la Shark Bay y se hizo buenas fotos con tibus de fondo. Intercambiamos fotos con el resto del crew del barco y quedamos después de cenar en el Babaloo, pub en la arena cercano al hotel. La isla empapelada señalando la fiesta que esa noche tenía lugar en el Castle, uno de cuyos Dj´s era David, de Madrid. Pues nada, como yo era el único que prefería plan playero de hoguera e historias, me uní al deseo fiestero del resto y entre risas bañadas en cerveza llegamos a las 3 plantas del Castle, garito fusión entre naturaleza y discoteca.

Villa rodeado de médicos, nunca se sabe...
Patri la maña tenía algo de calle pero las tres catalanas, 25 años cada una, recién licenciadas en medicina, estaban tan asustadas como un cervatillo fuera de su hábitat, lejos del calor de sus costumbres. Y después de lo que llevo viajado y vivido en mis ahora 28 palos, me sentí con la responsabilidad de que las chicas tuviesen una noche memorable, creando la confianza y seguridad necesaria para que se pudiesen expresar libres y olvidar su permanente estado de alerta, para eso estábamos nosotros allí. Así que nada más entrar compré un bucket (cubo de playa) de cubalibre con pajitas para todos. Hidalgo hidalgo hijoputa el que se deje algo. A lo largo de los países que he visitado desde que hace ya unos años empezase a viajar, siempre me he encontrado con gente más experimentada que yo que me ha dibujado caminos abriendo puertas donde sólo veía impenetrable pared desnuda. Ahora me sentía en aquella posición con estas chicas, me tocaba dar a mí. Así que otro bucket y a bailar ¡que no falte de nada! Cabezas juntas, pajita per cápita y hasta el final… Inu se arrancó y compró otro, luego Villa y finalmente las catas pusieron otro en común. Globos de la risa, muslo con muslo, la cosa se fue calentando y a las 3 horas el contingente hispano apareció en la playa brindando con vasos de plástico el bacardi oro de litro que trajimos de Camboya… Una bonita despedida de Isla Tortuga.

Rumbo FMP
La alarma penetró dolorosamente en mi cabeza, inundándome poco a poco, ahogando mi sueño con una pesadez transitoria que no era sino la llamada de la isla de la perdición. Partíamos hacia Koh Phangan, tres días antes de la fiesta de la luna llena, famosa en el mundo entero por la magnitud de lo que allí sucede, pondremos a prueba su leyenda. Nosotros de vacaciones y el hígado con trabajo extra para no convertirse en foie. 200 THB tuvimos que pagarle al Brujo por perder la llave de la habita, ¿dónde está? No idea. En fin, el camino hacia el muelle se estaba haciendo duro, destilando ron por los poros de la piel, camiseta pegada a mochila y espalda, ojos enrojecidos, cabeza puzzle sin pieza fundamental; perdona, ¿nos llevas al puerto? El hombre conducía moto con sidecar. Subid. Suerte, coincidencia o buena acción, lo que quieras, pero nos plantamos por la cara en el abarrotado puerto. Media de edad: 25 años. Party boat destino Full moon… ¡Auuuuuu!



Aunque sólo fotografiamos lo que veis, el día lo pasamos entre barracudas, peces payaso, anémonas fluorescentes con forma de cerebro humano, peces fusil, almejas gigantes, erizos de púas enormes, peces ángel y demás fauna y flora marina avistable en el archipiélago tailandés sin necesidad de botella. 

Sujetando un ojo de mar. Momentazo en Tanote Bay con la lancha amarilla del fondo poniendo los grandes éxitos de Bob Marley en su potente equipo de sonido.


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