miércoles, 5 de junio de 2013

UDAWALAWE NATIONAL PARK

SEAWS XLII
South East Asia Wild Spirit


Pese a que apenas 12 horas antes habíamos recorrido la misma carretera rumbo Adam´s, ahora era de día y el paisaje que nos veía pasar era un abrebocas. Fue precioso ver de nuevo a la familia cingalesa, reforzando lazos al tratarse del segundo encuentro.  Llegamos a la casa con un obsequio de diez manzanas para la familia (su fruta preferida cuyo precio en comparación con otras frutas era desorbitado para una economía media, como sucede con los mangos en España, por ejemplo) y tras contarles el ascenso, recogimos nuestras pertenencias e iniciamos el viaje a Udawalawe, al otro lado de la cadena montañosa, atravesada por carreteras en sus diversos estados de construcción.

Son duras las scooters asiáticas.
*Mira esto, me dijo Nico señalándome el paisaje, ajeno a que ya lo observaba embobado mientras grababa un video. Miré al frente, un camión venía ocupando el centro de la carretera: -¡Y mira esto Nico! Por no colisionar acabamos con la moto en la cuneta, aunque sin lesiones ni daños. Nos reimos como niños. Fueron setenta kilómetros de poca recta y mucho barranco, tensión contenida hasta que Nico reventó maldiciendo en italiano a los conductores de vehículos pesados. Se echó un cigarrillo que no le terminó de calmar así que conduje hasta Weligepola, pueblo sin encanto especial que sobrepasamos cuando empezó la lluvia, por lo que hicimos parada en un puestecillo a resguardarnos con un té caliente. Ya era de noche y notaba a Nico reticente con el plan de continuar hasta Udawalawe (hora y media de moto). Él quería conocer World´s End, otro parque nacional famoso por albergar un tremendo acantilado con vistas impresionantes. Costaba 40€ y yo pasaba de ir allí. Es época de nubes.

*Italo, a mi me da igual el safari, si no lo hago ahora lo haré en el Yala National Park (cerca de Arugam Bay), si quieres nos buscamos un lugar para pasar la noche y mañana volvemos a AB.

Decidiendo estábamos cuando un nativo musculoso se metió en la conversación. *¿A dónde váis? –Udawalawe. El hombre, en sus treinta y tantos, sacó la placa de policía. *Yo voy en esa dirección, si queréis seguidme.

Llovía y siguió lloviendo durante todo el trayecto. Intentaba no pensar en el frenazo y caída pero a veces me venía a la cabeza. Cerca del destino buscamos hotel (el de las chicas no era económico) y encontramos uno a buen precio en el que nos cambiamos de ropa sin reservar habitación. ¡Gracias! Angie me puso al teléfono con el gerente de las cabañas donde ellas se quedaban y a la media hora aparecimos en su barbacoa de bienvenida, escasa y seria, rollo cocina moderna que me dejó con más hambre que antes de sentarme a cenar. El 4x4 estaba contratado para las 5.30 am y tras la cena brindamos con el Arak adquirido en una tienda de Dickoya, poblado cercano a Hatton (la tienda de licores era también taberna y los locales salían literalmente patinando de allí) Nico quería irse al hotel que habíamos visto pero yo estaba perezoso y me metí en otra de las cabañas a dormir.

Notaba como me tiraban del brazo. Lucas, levántate. Era Julia, 5am, se metió en mi cabaña para despertarme y unirme al safari. Adoro que me despierten poco a poco. Ducha y al todoterreno.

UDAWALAWE NATIONAL PARK

De dcha a izq: Julia, Vero, Angie
4.000 rupias (25€) por cuatro horas de safari. Me reí mucho con el guía, que llevaba haciendo de explorador once años. Los animales más avistados fueron elefantes (de los 300 que se dice que viven seguro vimos a 80) búfalos de agua y aves (teníamos la coña de que en verdad eran muñecos radiocontrol colocados para el turismo…). Tuvimos suerte de ver dos cocodrilos, ciervos y un lagarto de graciosos andares. Por desgracia no vimos ni serpientes ni leopardos, que también habitan por allí.

Es el parque con más crías de elefante de todos cuantos existen en Sri Lanka, y la verdad es que ver a los pequeños paquidermos en su hábitat, protegidos caminando entre las piernas de sus madres o vulnerables y desgarbados paseando por allí, deja una curiosa sensación que se intensifica al conocer que el embarazo de un elefante se prolonga durante unos 640 días (22 meses), siendo el periodo de gestación más elevado de cuantos animales pueblan el planeta.


Los veíamos cerca y los veíamos lejos, el guía no me dejaba bajar del coche aunque en un lago sí lo hice. Cuidado con los cocodrilos me dijo, aumentando la adrenalina de la foto. Quería tocar un elefante. Sí o sí. El conductor tuvo que detenerse en varias ocasiones por hallarse algún elefante en medio del camino y en una de esas paradas estaba mi oportunidad.


Parece que el colega estaba comiendo ostras con champán...
A unos cuarenta metros del coche, un grupo de cinco elefantes se alimentaba de plantas. *Oye Boss, ¿Sabes imitar el sonido de los elefantes? –Sí. Y el hombre se arrancó con un gruñido corto que me hizo descojonarme por lo lejano de la comparación. ¡Qué cabrón! No se parece en nada, el tío se reía dejando al descubierto una dentadura con más tiros que las persianas de Sarajevo.

Piel suave estirada y áspera arrugada, sus ojos...
Saqué medio cuerpo fuera del vehículo y empecé el ritual de llamada. Sonidos y gestos. Las chicas flipaban. Podía leer en sus caras el pensamiento de “menudo idiota, parecía un chico normal”. Cuando el elefante empezó a acercarse ya no tuve que leer el pensamiento de ellas, sólo escucharlas: *Lucas, stop, ¿estás loco? viene hacia nosotros, vámonos. La elefanta frenó a tres metros del coche, yo seguía con la llamada, las chicas pegadas en la parte opuesta del todoterreno. Venga guapa, ven, acércate, sólo quiero acariciarte la frente, va que si quieres también la trompa, te respeto pero quiero tenerte cerca. Dubitativamente se fue aproximando hasta que pude tocarla. Su agitada respiración y trompa se calmaron a base de caricias. Me impactaron los ojos, verdeamarillos fluorescentes, como si llevase lentillas. Las chicas, reticentes de primeras, se acercaron, aunque sólo Julia se atrevió a sacar la mano. El guía repetía: cuidado, es salvaje, cuidado… poco después, súbitamente, el elefante reculó y se alejó corriendo, para siempre. Por esos cinco minutos mereció la pena lo pesado del viaje, la lluvia, la resaca y el precio del safari.

Nico leía su novela tumbado al sol en una de las hamacas del resort cuando llegamos. Desayunamos allí. A las chicas les quedaban dos noches antes de volver a su vida real en Dubai. *¿Qué plan tenéis? –Queremos playa, creo que nos vamos a ir a Mirissa (destino situado al suroeste de la isla, precioso pero fuera de temporada) *Deberíais ir a Arugam Bay, ahora es temporada allí, en el oeste es época de lluvias… Pese a la insistencia, que era más por ellas que por nosotros, decidieron seguir su plan sin hacernos caso.

Intenté no pagar pero en la cuenta del desayuno me metieron la habitación, así que solté 20€ que me dolieron, ya ni el lugar ni el servicio los valía. Nos despedimos de las rubias (no os olvidéis el paraguas) y empezamos la vuelta a casa motorizada con ese mix de viento y sol que te hacía estar a gusto.

Quería tocarlo pero no me atreví. Suerte tuvimos de verlo a eso
de las 4 pm. Suelen avistarse o muy temprano o a última hora
de la tarde. Con el un, dos, tres, cuatro... Foooormación.
Pese a ser el camino largo, nos animamos a recorrer la carretera que atraviesa el Yala National Park y tuvimos por suerte safari gratuito: dos lagartos pasaron de un lado al otro de la vía delante de nosotros, varios búfalos se bañaban tranquilos en una laguna y al rato, la gran atracción, un elefante caminando por el arcén. ¡Para Nico! Se me hizo raro ver al italiano, pausado por naturaleza, tan nervioso. *Cuidado, ha habido muchas muertes por causa de elefantes aquí en los últimos años. Me resultaba gracioso que se pusiese tan serio. Bajé de la moto, dejé chanclas y mochilas en el suelo y me acerqué despacio al enorme animal (aunque más pequeños que los africanos, los elefantes asiáticos también tienen su tamaño) que se percató de mi presencia y empezó a caminar más deprisa hacia mí. Cuando estaba a siete metros de él me di la vuelta para subir en la moto y me acojoné al no ver a Nico. ¡El cabrón estaba a cincuenta metros! Cómo corrí sin ver la mochila, volví a recogerla y me subí a la moto. El bicho, que de primeras estaba en el arcen contrario, ahora caminaba hacia nosotros por nuestro lado. Estuvo gracioso.

Cinco horas después de salir de Uda, llegamos al Beach Hut, casa. Un gustazo y muy buen rollo, aunque Kuna nos comunicó que nuestras cabañas estaban alquiladas.

Carretera y chubasquero: Aparte de los puntos objeto de parada, es decir, Ella, Hatton, Adam´s Peak y Udawalawe, el trayecto constituyó un destino en sí mismo. Entre que en Sri Lanka aún no está muy extendido el alquiler de motocicletas y además cruzamos zonas que el turismo suele obviar, el resultado fue impactante. Fuimos la sorpresa alienígena para niños y mayores, si pasábamos de largo las gentes interrumpían sus conversaciones para saludar brazos en alto ofreciendo una cálida sonrisa, gritos, saltos o todo a la vez. Si nos deteníamos a repostar, comprar el que fue el “packtrip” (pink coco, chocolatinas, crackers, refresco de fresa local y agua), comer o simplemente a estirar las piernas los presentes hacían un corro a nuestro alrededor: ¿You from? ¿You from? Su primera pregunta es siempre ¿de dónde eres?, repartíamos cigarros y rupias, los moteros que nos sobrepasaban se quedaban un rato conduciendo a nuestra altura, observando. Tenía la sensación de que para ellos éramos el trébol de cuatro hojas, la moneda de la suerte de un pueblo maldecido hasta hace tan sólo cuatro años con una cruenta guerra civil entre cingaleses y tamiles que se cobró más de 90.000 almas arrancadas de la vida con odio. 

Aparte del factor humano, los paisajes que cruzamos destilaban energía. De los 240 países que componen este mundo (195 reconocidos internacionalmente), Ceylon es el que mejor té produce y por la propia estructura de sus campos, desplegados hacia los cuatro puntos cardinales, fantaseaba con que recorríamos la piel de un dragón dormido cuyo despertar para el turismo en masa no queda lejano.


Keselkotuwa city 



















Tétété tété tétété

Cruzando Hill Country
Dos crías quedaron entre los búfalos y los elefantes, que se agruparon para "rescatarlas"

Me encantaría saber el tipo de árbol, pero no. Udawalawe.

Cómo se contoneaba el lagarto.

Vamos por este camino que la carretera es buena. Hay que actualizar el mapa Nicolino!




martes, 4 de junio de 2013

ROAD TRIP... SEMANA 1

SEAWS XLI
South East Asia Wild Spirit
"Dentro de un tiempo, da igual si es poco o mucho porque ninguno lo veremos, el mundo será un barrio del universo"

Colombo-Batticaloa-Pottuvil-AB. Llegué a Arugam Bay (AB) prontito, a eso de las 7 am, luego de doce horas de viaje. Las nueve primeras, nocturnas, en tercera clase sentado en un sofá de primera, ni un turista en mi vagón, comodidad superior al precio del pasaje. Tres horas repartidas entre dos autobuses que iban de rally por la indómita costa Srilankense y diez minutos de tuktuk. Así aparecí en el Beach Hut (BH), guest house en primera línea de playa, rodeado de vegetación y otros guest houses: Sólo tenemos una habitación muy básica, son 500 rupias la noche (3.10€). No necesité verla para auparme la mochila y hacerla mía. Ya estoy, aquí voy a pasar la parte final de mi viaje. Dejé las cosas y me tumbé en la cama pensando en lo cansado que estaba. Mentira. Era una idea mental vencida por las ganas de conocer el lugar a donde había llegado. Ducha fresca, bañador y andando por la extensa bahía dirección al main point (MP) para chequear la larga derecha que quiero conquistar. De camino me incorporé a la fila de diez pescadores que tiraban de la red sacándola del agua, rebosante de peces, algas y una manta raya que quedó atrapada. 40 minutos estuve sudando y cantando con ellos. 750 rupias al día (5€) se llevan por un trabajo demasiado duro y mecánico. ¿Tsunami hotel? Menudo lucero el que le puso el nombre después del verdadero tsunami que azotó la costa en 2004 dejando muertos y devastación a su paso.

Llegué al MP, un metro de ola, primera sección rápida y hueca, si la pasas otras dos secciones despliegan su lienzo para que en ellas dibujes lo que quieras. Agua caliente, fondo de escarpada roca y bastante surfo en el agua. Me motivé y volví al hostel embargado por una energía que me era familiar.

En la larga mesa de reuniones falicitadora de relaciones, desayunando, conocí a Nikki y Ruth, dos londinenses graciosas que se complementan a la perfección. Congenié instantáneamente con Nico, el italiano de Milán con una historia reciente demasiado similar a la mía como para no llevarnos bien. Al parecido físico latino se une la farm experience en Australia y la estancia en Bali antes de caer en Sri Lanka.

Esa tarde me di el primer baño desde la fisura en las costillas. Con un retro fish 6.0 (4€/día) más estable que un shortboard, cogí derechas en wiskey point (12km norte de AB), una ola menos agresiva que el MP y con fondo de arena. Perfecta para retomar el feeling antes de coger olones en el pico. Dos días de olas pequeñas y comida cingalesa, dolor en las costillas y ardiente bálsamo de tigre, gran hermano en el Beach Hut: 25 cabañas repartidas en un terreno donde el resto es zona común, si quieres estar sólo lo mejor es viajar con alguien. Demasiado pequeño el tamaño de las olas y parece que va a menos, eso dicen los locales, los turistas y magicseaweed.com, buen momento para conocer parte de las maravillas del país.

-Oye italo, ¿qué te parece si nos vamos en tu scooter a recorrer algo de Sri?
*Creo que mañana es buen día para partir.

 HILL COUNTRY

Por la mañana y con la calma preparamos una pequeña mochila con lo básico para tres días, dejando el grueso del equipaje en la habitación de Kuna, cabeza visible del Beach Hut. Llévate chubasquero y sudadera que en las montañas hará frío… Cuatro chicas (alemanas, pensé) esperaban con sus mochilas en la mesa principal, recién llegadas. -Vais a gozar aquí, si os quedáis más de tres días nos vemos a la vuelta. *¿Dónde váis? – Sin rumbo fijo, pondremos a prueba el carácter de las gentes de Sri, a ver qué ofrece el país. ¡Pasadlo bien! -Kuna, en tres días estamos aquí, ¿nos guardas las habitaciones para entonces? *Hecho.

El punto vertebrador del minitrip fue la montaña de Adam´s Peak: objeto de peregrinación por parte de nativos y turistas, su ascenso de madrugada se ha popularizado ya que desde su cima se aprecia el despuntar del alba que visibiliza plantaciones de té, montañas y ríos en todo el alcance de la vista. Aparte, ver elefantes en su hábitat natural y sentir la temperatura de los habitantes del país eran los objetivos principales de la incursión.

Nico conduciendo la scooter negra (5€/día) con su mochila entre las piernas, yo de paquete con la mía en la espalda; dejamos las tablas en sus respectivas tiendas corriendo los días de alquiler, a contar de nuevo desde la vuelta. ¡Dale gas italo!

Nico, de Milán, un cachondo mental
En total cubrimos unos 700 km srilankenses (sensación de 1500 km europeos), invirtiendo para ello veintidós horas de conducción (quince con Nico a los mandos y el resto conmigo manejando) repartidas en tres días. Una experiencia impresionante sin armaduras ni aislamientos, penetrando literalmente en las entrañas del país a corazón abierto. El primer destino fue Ella, encantador pueblito de montaña al que llegamos tras parada técnica en las Rawana Falls (pequeñas cascadas). Decidimos hacer noche allí y empezamos la búsqueda de hotel. Entre 2.000 y 3.000 rupias por los dos (13/19€). Muy caro. La lluvia había amenazado la ascensión con la motillo y fue al llegar a Ella cuando se puso a diluviar.

Abandonamos la calle principal en busca de una opción más económica, conseguida en un hotelazo regentado por el bautizado “Miguelito”, tal era su cara con el ceño fruncido, gafas de pasta y pantalón subido por encima del ombligo a sus tiernos vietiséis años. -¿Cuánto cuesta esta habitación Miguelito? *3.000 –Uff, no, no. *¿Cuánto queréis pagar? -1.000 entre los dos. *Bueno, está bien, por ese precio tengo esta. Nos condujo a la habitación contigua y gemela, idéntica. No entendimos el porqué de la rebaja pero ahí nos quedamos. Par de cervezas en el Nescoffee, el bar reggae más cool de la zona donde no había nada de ambiente (disuadido por la propia idiosincrasia del lugar y la potente lluvia) y de vuelta al hotel. Esa noche pude ver la debacle del FCB ante el Bayern de Munich en el LCD del salón.

Nico a lo Cristo Redentor en Little Adam´s Peak
A las 8 am y tras degustar el desayuno típico dominguero de los cingaleses con dinero, ascendimos al Little Adam´s Peak, fantásticas sus vistas sin niebla de por medio. Oye, ¿me tiras una foto? Era una pareja francesa con la que intercambiamos info del país. Decidieron visitar Arugam Bay tras conocernos. El chaval había ascendido Adam´s Peak en dos horas quince minutos, orgulloso estaba el hombre de su gesta (habitualmente se cubren los verticales 7 km en 2h30m o 3h30m). Sus fotos, motivadoras. Esta noche nos toca a nosotros ¡Vamos!

La humanidad se encuentra imbuida en cada rincón
del globo.
Volvimos sepertenteando por las verdes montañas y una de las mujeres recolectadoras de hojas de té nos invitó a su casa. La seguimos hasta una humilde estructura donde preparó una reponedora infusión ofrecida con amplia sonrisa y manos curtidas, a la par que narraba los caminos profesionales elegidos por sus dos hijas y el hijo mayor, que formaba parte del equipo nacional de judo.

Fue curisoso su rechazo a nuestras rupias de agradecimiento mientras sonreía, quizá porque nos estaba dando la lección de cómo estar en paz y goce desprovista de las necesidades materiales que guían nuestros instintos en el “primer” mundo.

Recogimos nuestras cosillas e hicimos caso a Miguelito respecto de la ruta a seguir para llegar a Delhousie, pueblo base para el ascenso a Adam´s Peak. Y ahí empezó el verdadero challenge para el scooter de 125. Carreteras de montaña agujereadas cual queso gruyer, un solo sentido que me hacían contener el aliento mordiéndome el labio en cada curva cerrada que Nico tomaba a lo Il Dottore. Notando el calor que desprendían los autobuses al sobrepasarlos… Lluvia, plantaciones de té a ambos lados, paisaje impactante imposible de acotar con palabras, exaltador de vista y olfato, camiones y autobuses desbocados, ley del más fuerte sobre el asfalto. Me puse a los mandos con Nico agotado y empezó el camino de tierra bacheado. Perfecto.

Comimos en el puesto de la izquierda, sus gentes
transpiraban calma y transparencia.
Sobrepasé el desvío cuya señalización no hubiera visto siquiera andando y atravesado el pueblo de  Kotagala entramos en un aura tan buena que paramos a saludar. Evidentemente fuimos la atracción de los allí presentes, sobre todo del travieso niño que correteaba persiguiéndonos. En uno de los puestecillos de comida Nico aromateó pollo en salsa y nos quedamos a comer. Tenían todos los ingredientes y especias en el expositor e hicimos cocina fusión con ellos. Vamos, que preparé arroz con huevos, vegetales y pollo en la enorme sartén ante la atenta mirada cingalesa, se reían sorprendidos por la “extraña” forma de mezclar y les dejé el asunto para su toque final de muñeca del cual carezco. Habían comido todos menos un señor gracioso al que invitamos a sentarse en la mesa con un plato de arroz que no se comió in situ por desconocer el uso de los cubiertos. Se lo llevó a casa. Por el entorno, la propina que dejamos allí fue mayor que la cuenta.

Eran las 4 pm cuando llegamos a Hatton, último “gran” núcleo urbano antes de Adam´s Peak. *Nicolino, buscamos hotel aquí que será más barato que tan cerca de Adam´s, lo suyo sería descansar hasta la noche para empezar el ascenso a las 2 am.

Detenidos en una pequeña rotonda un hombre se acercó. Su inglés era perfectamente entendible. *Chicos, ¿puedo ayudaros? –Hola buen hombre, buscamos un hotel barato para descansar a no ser que podamos quedarnos en su casa, je (soltó Nico). El hombre no se sobresaltó pese a lo atrevido del comentario: *Conozco uno muy económico que no está lejos de aquí, ¿de dónde sois? –Italia y España. *Mi sobrino está en Madrid. Allí he crecido, dije.

Nos dio indicaciones para llegar al hotel y nos despedimos. Era un espacio de reminiscencias coloniales, como una casa de muñecas antigua afectada por el inexorable paso del tiempo, al igual que su anciano recepcionista. No bajaba de 3.000 rupias. –A ver caballero, son 3000 rupias las 24 horas ¿no? Vamos a estar tan sólo 8, por lo que al tratarse de un tercio el precio debería ser de 1000 rupias… Aunque calculó mentalmente, el hombre no cedió.

Para nuestra sorpresa, a la salida estaba “El Indicador”. Tenía un visible conflicto interior e hizo una llamada. *Mi casa es pequeña pero podéis descansar allí. –¡Gracias! Le acompañé en tuk tuk y Nico nos siguió. El menor de sus dos hijos, Akram (18 años, futuro ingeniero aeronáutico) estudiaba en la habitación que hicimos nuestra. Conocimos a la madre, encantadora y hospitalaria y apareció el hijo mayor, Arshad, diseñador gráfico. El padre, al que bautizamos como Uncle (tío en inglés), ejercía de pastor hindú una vez retirado de sus funciones como tesorero nacional en Colombo.

Me encontraba tremendamente cansado y la familia, como es lógico ante tan inesperada y estimulante visita, quería conversar. Conseguí posponer el encuentro hasta las 8 pm y nos dejaron sólos en la habitación. La siesta en la misma cama con el italo estuvo marcada por la inconexión de mis sueños cuyo denominador común fue el color azul. Cepillándome los dientes estaba cuando me di la vuelta y a poca distancia de mi se encontraba Uncle mirándome fija e impasiblemente. Su inesperada presencia me sobresaltó.

Entró en la pieza el resto de la familia, también la risueña anciana hermana de Uncle. Allí estuvimos poniéndonos al día cultural y mutuamente. Fue una tarde tan mágica como el resto del viaje, cada lance parecía orquestado por la bondad del destino que nos brindaba lo mejor de las gentes del país en dosis concentradas de cariño inmerecido.

Noche cerrada de diluvio universal, llovía con furia mientras la madre preparaba un estofado de carne con patatas para la cena. Cenamos en la casa de enfrente, al otro lado de la “carretera”, donde vivían los padres con la hermana de Uncle (los chavales vivían en la casa de la siesta). Llovía tanto que el hombre, en un arrebato de responsabilidad hacia nosotros, nos impidió ir en moto a Adam´s Peak. *Sale un autobús a las 10 pm, tarda hora y media.

La familia Cingalesa! 

Decidimos ir con lo puesto dejando la mochila en la casa, total, volveríamos al día siguiente.

El supuesto autobús nunca llegó y tras una hora comentando sentados en un muro decidimos coger la moto. Un mapita a boli diseñado por Uncle y a cubrir los 31 km que nos separaban de Delhousie. Hora y media de curvas aliñados por fina lluvia. Oscuridad absoluta debido a la ausencia de tendido eléctrico, plaga de sapos suicidas que saltaban a la carretera a nuestro paso (por lo menos seis atravesaron el camino, uno de ellos impactó en mi pie izquierdo) y, ya llegando, frenazo encogedor de corazón ante la familia de jabalíes que cruzó la vía muy cerca de nosotros.

Reponiendo el cuerpo de la paliza motera
en "cómodas" camas. ¿Podemos tirarnos
un rato ahí? La cara del chaval fue de aceptación.
El solitario hombre que caminaba por la carretera muy lejos de cualquier civilización sabía como arribar a nuestro destino. Medianoche cuando llegamos, pronto para empezar el ascenso (lo suyo es hacer cumbre al amanecer, a eso de las 5.15). Hicimos tiempo tomando té, bollo y chocolatina (3 veces repetimos menú, qué rico, qué hambre, qué gula), luego nos metimos en la trastienda a descansar tumbados sobre unas mesas. Gente maja en Sri.

A las 2 am salimos del local para empezar a subir escaleras. Adam´s Peak: más de 5.400 escalones de piedra cuya verticalidad varía dependiendo del tramo, todo el camino iluminado por luces blancas generando un entorno místico y peculiar. Motivados y encendidos con el té. Un monje budista me colocó una pulsera (lazo blanco) en la muñeca derecha: dice la tradición que has de pedir un deseo mientras te la ponen y cuando la pulsera caiga, si el deseo es honesto, significará que están puestas las bases para su cumplimiento.

Al poco avisté una cara conocida: *¡Artemis! Qué pasa griega, bueno verte aquí. La conocí surfeando en Arugam Bay, su próximo destino es Maldivas, mujer de mente abierta delicia para conversar. Hacía grupo con tres chicas desconocidas para nosotros. Unas risas, par de fotos, unos escalones juntos y un bueno chicas, un placer, nos vemos arriba.

Fresquete montañero, a medida que avanzábamos la niebla se densificaba. Las palabras dejaron paso a la respiración. Sudando a chorro, cedí la mochila a Nico (llevaba cargando un rato) y seguimos ascendiendo. *Luki, un descanso para beber agua… -No puedo tío, nos vemos arriba.

Seguí sin detenerme hasta coronar, sintiendo una conexión muy especial, beneplácito intangible y apátrida de invisibilidad tan palpable que me provocó un baile del alma. Familias srilankesas, turistas despistados, cada cual a su ritmo. Pie derecho, escalón, pie izquierdo, escalón, frío externo calor interno, varias alarmas corporales ficticias que no me engañaron… Con el intermitente encendido, adelantando continuamente. –Mira cariño, ahí va un auténtico deportista. Me di la vuelta para sacar de su ilusión a la pareja: *Eso quisiera, sólo es una promesa.

“Último puesto de agua” rezaba la pintada en la pared que me hizo entender que la cima quedaba cerca. Para ese momento parecía que me estaba duchando, la camiseta empapada (el chubasquero en la mochila que tenía Nico). Llegué al mirador sin camiseta (con lo mojada que estaba sólo podía coger frío al detenerme) ni zapatillas (obligatoria su retirada en señal de respeto al Buda). 1h40min. Fuertes rachas de viento helado, me refugié quince minutos tras una pared semiprotegida, plagada de enormes polillas.

Adam´s Peak, mirador. Dentro de la casa una estatua de Buda
objeto de veneración, ofrendas, deseos y peticiones.
Nubes danzando al amanecer.
El señor que estaba tras la reja me preparó un té que me calentó lentamente y también me dejó un chubasquero. Veinte minutos después llegó Nico y, pasada la hora y media, aparecieron las chicas. El alba iluminó el mar de nubes que campaba por el valle en 360°, una pena ya que dicen que lo bonito de la ascensión es la vista al amanecer. Al poco, comenzó la ceremonia de veneración y ofrenda a Buda con una conga de locales portando una sábana blanca sobre sus cabezas mientras repetían una y otra vez el mismo mantra. Se trata de una peregrinación importante para ellos, al nivel del Camino de Santiago para los cristianos o La Meca para los musulmanes.

Destino turístico, pero sobre todo nativo familiar.
El descenso provocó temblores en las piernas, que respondían peor que mejor. Desayunamos en el hotelazo de las chicas (viajaban con más dinero que tiempo) y acto seguido Artemis se marchó a Kandy (la ciudad más importante de la Hill Country). Eran las 10 am y aprovechando la bondad de los gerentes del hotel nos quedamos con su amplia habitación (mención especial para la enorme y cómoda cama) hasta el check out de las 11.30. Fue la mañana de Three Little Birds y decidimos unirnos a Angie, Julia y Vero, sueca, austriaca y alemana, las tres trabajan en Dubai, en el departamento de marketing de una cadena hotelera. Su próximo destino era el Parque Nacional de Udawalawe, uno de los mejores del país para el avistamiento de elefantes. Y yo, al contrario que Nico (ya había estado en dos reservas naturales), quería estar cerca de ellos.


Desayuno reponedor, ellas duchadas y estrenando ropa...Nosotros no.

La putada para nosotros era que teníamos la mochila en Hatton, en casa de Uncle, que implicaba dirección contraria y 70 km, de los de Sri Lanka, por la cara…

GPS manual
Momento té durante el descenso.
Una foto que valga por muchas imágenes vistas en carretera.

Rompimos a reír tras la instantánea. On the road.

Con-ta-míname mézclate conmigo... Uno de los cientos de buses que
adelantamos/cruzamos. 
Artemis! Muy maja la restauradora de arte, debido al intenso dolor en su rodilla
lesionada durante el descenso la llevé "a caballito" un buen tramo. ¿Peso mucho?
Qué va, daba igual.




sábado, 4 de mayo de 2013

AMOR CONTRATADO

SEAWS XL
South East Asia Wild Spirit 

Sin verte ya te quería,
Sin conocerte te pensaba,
Atraído sólo de oídas,
Tu promesa en mi ser se clava.

El momento tenía que llegar,
Deseaba tenerte en mi paladar.

Masticarte con los labios,
Respirarte por la boca, 

Si no quieres enamorarte,
Toda precaución es poca.

Amargo tirando a sangre,
Me abrazaste con espinas,
Demasiado hijo del hambre ocupando tus esquinas.

¿Dónde escondes la dulzura, dónde guardas la esperanza?
Por mucho que te miro
Ni la vista ya me alcanza.

Olvídate de lo escuchado y disfruta de tu vivencia:
Sin rutas ni mapas, penetra en todas mis capas.
Recórreme con tus dedos,
Desnúdame con susurros,
Deshoja tu sentimiento
Quiero ver si así me atrapas.

Nunca quise poseerte,
No es mi estilo ni lo fue,
Haces bailar a mis sentidos y
Deseo entender porqué.

Devorando todas tus curvas,
Profundizando en tus entrañas,
Ojalá tuvieses aquí,
Lo que comemos en España.

Bastante picante y dulce,
Más de té que de café,
Naturalmente bendecida con la sonrisa de la fé.

Retos animales, durmiendo con locales,
Te subo y te bajo sin coger ningún atajo,
Te muerdo y saboreo, trago y no me apago,
Caigo de la moto y me persigue un elefante,
Me envuelves en tus notas convirtiendo el llanto en canto.
Impresionante.

Hablando claro, en oro más que en plata:

Sólo ha sido una semana,
Yo te quiero, no te miento,
Has de saber que más que de la confianza del tiempo,
Soy de la intensidad del momento.

Hemos conectado y me enseñas tus riquezas,
Lo bueno se hace esperar, no des todo cuando empiezas.

Hoy Sri Lanka, antes Ceylon,
Directo al …













domingo, 28 de abril de 2013

CEYLON


SEAWS XXXIX
South East Asia Wild Spirit
"Sin duda, la mejor Isla de sus proporciones en todo el mundo"
                                                                          Marco Polo sobre Sri Lanka

Ojalá pudiese decir que Sri Lanka me ha recibido con los brazos abiertos, pero de momento cal y arena. El país dormía cuando llegué y lejos de despertarse para bienvenirme, me dio la espalda. Malestar de principio a fin en este día y medio que vago por Colombo… Con suerte, me irá mejor en el este.

La segunda estacia en Bali tuvo tres etapas muy diferenciadas, todas ellas marcadas por la ausencia de lo único que quería hacer en la Isla de los Dioses. Surf:

10 días de reencuentros con amigos y conocidos, con el glamour y la high class Seminyakera y con cupido, que pensaba me tenía en su lista negra. Le siguieron 5 días de autocastigo, momentos duros de recolocación interior puliendo de nuevo fallos que pensaba superados. Resplandor en los últimos 6 días compartidos con gente de puta madre. Lo que pasó en Bali lo desarrollaré en los próximos posts...

Hoy no salgo que mañana vuelo y tengo que hacer cosas antes de irme. La frase que repetí unas cuantas veces la noche anterior se paseaba burlona por mi cabeza a las 8.20 am, cuando volvía hacia el hotel después de una graciosa despedida… Mauro, el argentino que conocimos en St. Kilda (Melbourne, Australia) y llegó a Bali hace cuatro días, dormía profundo en la habita. Reventado como iba, la cama me tentaba pero me subí a la moto y fui a Villa JAS, donde tenía que recoger algo de ropa. Llamé a J cuando llegué, ya que no tenía llaves de la casa. El hombre llevaba días con fiebre y no pudo venir, por lo que entre pederme de camino a su nueva casa o saltar el muro de tres metros de altura, por cercanía opté por lo segundo, pese al agudo dolor que persiste en mis costillas.

Llegué de nuevo al hotel y antes de preparar la mochila me di una larga ducha fría y desayuné con Mauro y Jason, el negro rasta que trabaja en una productora musical de San Francisco. Entre risas, el reloj se apretó dejando poco margen para imprevistos y con todo listo para dejar la room después de seleccionar lo que me llevaba y lo que allí se quedaba, no tenía la llave de la moto. Venga coño, ¿ahora? Pues sí. La busqué, la rebusqué, deshice y rehice la mochila con un cabreo creciente conmigo mismo, fui a la moto pero no estaban puestas… Joder. El plan era ir con mi propia moto al aeropuerto, dejarla en el parking y allí la recogería Johny. Ahora la opción era dejar la moto donde estaba e irme en taxi. Bajé a la sala de desayunos, *¿oye, habéis visto una llave de moto? – Sacó una del bolsillo,no era la mía. *Puede ser, gracias. La cogí y me fui a la moto sabiendo que quizá funcionaba (un día arranqué otra moto con mi llave) y aunque me costó encontrarle el juego, a media llave metida escuché el sonido del motor. Perfecto. Mauro, grande, nos vemos pronto.

Superada la primera traba me uní al denso tráfico de hora punta balinesa, mediodía, perfecto para ese momento de medio prisa. Zigzagueando con sueño, mochilote y calor pensé en darme la vuelta y que le dieran por el culo a Sri Lanka pero llegué con tiempo suficiente al aeropuerto y me metí en el avión donde la excéntrica señora maquillada hasta la frente que me tocó al lado intentó en vano conversar conmigo. En Changi, el megaeropuerto de Singapur, di más vueltas de las queridas para conseguir imprimir la visa Srilankesa, compré bálsamo de tigre óptimo para dolores musculares y preparé la ruta cingalesa durante la espera, que se alargó una hora sobre lo previsto por el retraso de mi vuelo.

Llevo días maquinando y he decidido cruzar el país en bicicleta. Aterrizo en Colombo, duermo un día entero, me compro una bici molona y pedaleo hasta Arugam Bay disfrutando del camino (400km, 6 días). En Arugam Bay parece que hay derechas largas y de formación perfecta(olas). Justo lo que quiero. Y como estoy convaleciente de las costillas, al tardar 6/7 días en llegar ya les habré dado tiempo a que se recuperen… ¿o no? La dificultad la pone el desnivel de la ruta, montañosa en 200 km.  

Llegué al discreto aeropuerto de Colombo a las 11.30 pm, cansado y motivado, extraña sensación. *Señor, su visa no aparece en el sistema, por favor, diríjase a esa oficina. ¡Cojonudo! Había dado un número de pasaporte erróneo, pero no hubo más problemas que diez minutos de espera en un ambiente algo tenso. La verdad, nada de nervios.

Es lo que hay
¡Por fin Sri Lanka! Quería una cama del tirón pero el precio del taxi se me iba del presupuesto y el servicio de autobuses funciona de 4.30am a 11pm, por lo que me quedé en un cómodo para sentarse/incómodo para dormir asiento de la amplia sala de espera que compartí con soldados del ejército cingalés, monjes budistas e ilusionados familiares y amigos de los pasajeros que iban llegando. Del sofá que encontré en uno de los stands de reserva de hoteles de lujo me levantó un policía más simpático que duro y vuelta a mi sillita.

Saqué rupias de aquí (160 rp = 1€) y a las 4.20, más cansado que tras un día semillando en el campo, cogí un tuktuk que me llevó a la “estación” de autobuses; me subí al que iba a Pettah, en Colombo 1 (va por zonas, hay hasta Colombo 16). Los 35 km los pasé en un estado de ensoñación despierta en los que percibía el sonido de la lluvia y el claxon, las ruedas salpicando, la vozdel cobrador por el pasillo. Veía en blanco y negro las caras de los cingaleses que me miraban extrañados, sentía necesidad de descansar.

Descendimos a toda prisa, como si fuéramos de contrabando y anduve desnortado hasta que otro tuktukero me llevó al ruinoso hotelillo catalogado en la Lonely Planet como el más barato de la ciudad. Mentira. 10€ por noche en habita para mí. 6€ en habitación de doce camas. Y pasaba de compartir. Así que eché a andar viendo como se desperezaba la ciudad, con 18 kilos de equipaje, objeto de miradas curiosas recibo sonrisas de todos los colores, básicamente ennegrecidas y cada vez que entro en un “hotel” me intentan clavar 10€, por lo menos podrían estar a pie de calle joder, que sólo por preguntar tengo que subir 30 escalones, cojones. Plena luz del día cuando un cinga con camisa y saronj por pantalón se me une a paso vivo, -¿buscas alojamiento? *Sí. -Sígueme. *¿Lejos? -100 mts.

Fueron tres kilómetros pero daba igual, estaba en el barrio hinduista de Pettah, zona de nativos, por eso me rechazaron en los seis hoteles a los que entramos, 3-4€ la noche. No room. Harto estaba, cuando otro chaval me hizo un gesto. Ven. Y allí me quedé, en el Everest Hotel… Menuda lucha, pero conseguido. Colchón de 2 centímetros de grosor sobre tabla de madera, ventanilla y ventilador. Baño compartido. Mi pequeño santuario para descansar tras dormir 2 de las últimas 43 horas… Campanas. No me lo creo, bueno son las 8 am, serán 8 campanazos. Cuando llevaba contados y escuchados ciento ochenta y cuatro empecé a reir… Luego otra tanda. Es lo que tiene estar al lado de la mezquita, gracias a quien sea, el sueño se apoderó de mi.

Desperté con hambre ¿qué hora será? La 1 pm. El dueño del hotel había llegado. *Aquí sólo alojamos a nativos. –No es mi caso. *Necesito tu pasaporte/visa ahora. Y mañana a las 7.30 te tienes que ir. -Cuando he llegado he negociado con ellos hasta las 10 am. *No ellos son trabajadores, el jefe soy yo. –No te preocupes que me iré antes de la hora pero los negocios no funcionan así. Payaso. (Eso se lo llevó en español).

Hoja de platanero a modo de plato,
recortes de perio'dico por servilletas...
Barrio hindui'sta.
Piloto tuktukero. No me convecieron
los amortiguadores ni los frenos de disco
ni la horquilla des suspensio'n...

Después de comer compré la toalla que no tenía y caí en una tienda de bicis de segunda mano tras un estresante viaje en tuktuk. Pedían 50€ por la bici de Heidi, tecnología japonesa decía el buen hombre y pese a que lo pensé mucho, no me veía haciendo 400km de montaña con ese hierro.



No he tenido que buscar para ver
la estampa...

Esta noche, la primera que he pasado en el país, ha sido la peor que paso desde hace tiempo. El cansancio acumulado no tenía correspondencia en el sueño y al dolor costal se le ha unido un fuerte dolor de dientes, boca y hasta pómulo. Calor, ruido ventilador, sin poder encender el Pc al no haber enchufe. Paracetamol, nolotil, nada. 1 hora, otra… Me levanto a hacer flexiones, estirar, trato de cansar mi cuerpo pero me duele la boca y no puedo sobar, escucho coches, pasos en el pasillo. Me siento sólo, buscando una postura que no encuentro. Decido irme en tren a Arugam Bay, mañana me voy. Muerdo una camiseta con todas mis ganas para mitigar el dolor, y al cabo de un rato, demasiado, me duermo. 

Larga ducha fresca de buenos días, recojo todo, separando en una bolsa de plástico lo que no me hace falta, y me voy del hotel. Tuktuk a la estación de tren. No hay trayecto directo a mi destino, así que compro uno que me deja a 100km, en Batticaloa,desde allí busearé hasta Arugam. Son nueve horas y no quedan camas. *¿Asiento de 1ª,2ª o 3ª clase señor? –Flash de Tailandia y su aceptable clase popular.-Tercera para mí, por 3€ me planto allí.

Sin haber estado en las colonias inglesas,
como decorado cuela fijo.
En una sala y con un hombre amabilísmo que me han evocado la Inglaterra colonial, he dejado el equipaje, a 0.30€ al día. Ahí se queda hasta el 19, que vuelvo. *¿Te vas en el tren de las 7.15 pm? –Sí. *Peligroso, 24 horas seguidas conduciendo el maquinista. Y se ríe. Espero que sea broma. Stoody (Gracias).

Ahi' esta' el ti'o contando
su dinero... 
Descubriendo sabores. Pastel de huevo, patata y vegetales con rebozado externo que me ha acercado a la cultura del país, eliminando barreras que parecían insalvables. Bollería artesanal azucarada y de beber, té. El té sabrosísimo y energizante que proviene de esas plantaciones que pretendo ver y patear. Café de Colombia, carne argentina, chocolate Belga (o marroquí, dependiendo) y el té, de Sri Lanka.

Todos coinciden en su tez de aceituna y en su mirada curiosa; te ven, se paran, te observan y sonríen, se acercan y comentan. Sonrisas picadas, marcadas por una vida centrada en familia, trabajo y religión. Sus ojos…

El tráfico es indescriptible, todo puede pasar, ceder el paso es dejar diez centímetros de margen entre vehículo y peatón, todos en continua interacción. Poco niño por la calle. No hay clase media en cuanto al trato, o se desviven con bondad o te rechazan sin maldad.

Me gusta lo veo, adoro lo que siento, espero entenderles como hago con el viento. Perdiendo en confort se gana en pureza, quizá sea amor lo que tengo en la cabeza, ¿Amor? ¿Amor a qué? ¿Amor a quién? O tienes mucho tacto o me lo dices en abstracto. ¿Eso piensas? A ver esta: Toma el control de tu vida y desenrolla el pergamino, sólo tu intuición puede vencer a tu destino. Cristalino. Y ya no sigo porque en breve subo al tren, qué será de este viaje, espero por lo menos que mi alma no se baje ni se raje. ¡Equipaje! Voy a recogerlo y a encerrar a la razón prefiero que esta ruta me la guíe la pasión.

¡On the road!