SEAWS XXIII
South East Asia Wild Spirit
A día de hoy todavía se puede hacer negocio
especulando con terrenos en Bali. Compras, esperas unos meses y vendes,
subalquilas, ganas un buen dinero. Aquellos que tuvieron visión y se
construyeron sus propiedades aquí hace quince o más años, fuera para venta o
disfrute, se beneficiaron de una de las mejores oportunidades inmobiliarias del
sureste asiático. Ros, el padre de Steph, mandó construir Villa Permutih en el
acantilado con vistas a tres de las mejores olas de la isla: Padang Padang,
Impossibles y Bingin.
Habitación Bambú |
Baño Bambú |
Llegamos a la Villa con
hambre animal, la mesa puesta con Ros esperándonos. Un delicioso sanchwich
vegetal para cada uno, esperé sin suerte el segundo plato y me contenté con el
café latte, muy bien tirado pero incapaz de llenar el agujero que teníamos en
el estómago. Las tres horas que Inu invirtió en su siesta las pasé escribiendo
en el porche de la casita de bambú. Llovía con furia. Cenamos en el Cacho´s, un
mexicano de dueño portorriqueño, estética surfista hasta en los pomos de la
puerta, todos los comensales descalzos al dejar chanclas/zapas en la puerta.
Una hora después de pedir, aquí la vida transcurre ajena al reloj, cenamos lo
que no habíamos comido, sabrosos burritos y nachos a precio cuasieuropeo, e
invitamos, por iniciativa del canario, a la familia australiana, qué menos
después de todo. Hasta que caímos de sueño en las hamacas del jardín, Steph
puso la banda sonora guitarra en mano y profunda letra. Cuando llegué a la
habita Inu estaba despierto: *he pisado un sapo. -¿Qué? *Si tío, lo he pisado,
blandito, y ha seguido su camino mirándome mal. -Jajaja. *Macho ¿qué tal tienes
el estómago?, a mí la comida balinesa no me está cayendo del todo bien… -Bien tío. Cagalera o qué. *Ya ves. -En casa
tengo fortasec, es normal man, “la diarrea del viajero”. *Fortasec suena bien,
fortalece y seca, justo lo que necesito. Esta villa es impresionante, ¿Cuánto
crees que le costó construirla? –Como mucho 400.000€. *¡Qué dices! Mínimo 2
millones. –Mañana lo preguntamos. Vaya conversación ambos tumbados, yo
bocabajo, él bocarriba, en la misma cama, enorme, que abraza. Bona nit.
Me voy a Singapur, ciao chicos, placer
conoceros, disfrutad del viaje. Ahí iba Ros a sus business, me pilló con la
boca llena de granola, yogurt y miel. –Gracias por todo, Ros, buena suerte.
Esperamos a que llegaran Lucía y Guillermo,
ella de padre inglés y madre canaria, él valenciano, para irnos todos juntos a
la misma playa en la que estuvimos ayer. Cinco en el agua, entre ellos Mathew,
el australiano cara petada de crema solar que revienta las olas a base de snaps
y cutbacks. Estaba 5 ft, overhead, más potente que ayer, con viento. Inu y
Guillermo surfearon juntos, duro el surf, dicen. Completo, digo. Salí cuando
entraba Diego “the mexican”. *Oye wey te tiré buenas fotos surfeando. A ti, a
la chica y a tu amigo. Voy a estar aquí tres/cuatro horas en el agua, si
coincidimos luego te las paso. -Grande man, espero verte, coge las mejores. De
momento, no le he vuelto a ver. Hoy mejor que ayer, me rajé un poco el empeine
con el coral, daño colateral mínimo en comparación con la gratificante
sensación de correr olas. Subí rápido la escalera para trabajar pierna.
¡Yieeeepa señora! Seis Pocari sweat por favor. Engullí el mío y llegó el grupo.
Paraíso ¿eh? Entre todos juntamos dinero para pagar tres de las seis bebidas,
uff. Las mujeres se lo tomaron con humor. *Da igual, vuelves esta tarde o
mañana y listo. -¿J, mañana volvemos aquí? *No creo, pero qué más da, con lo
que les hemos pagado ya sacan beneficio y todo. –Jaja, no me mola hacer la
Rajoyada. -Luki, hoy si te toca llevar la moto que estoy petado. *No tío, paso
de caerme, tú la llevas bien, prefiero ir andando, ¡vamos Ina que en la moto no
te cansas!
Lucía y Guille |
Nos unimos a la reunión a base de gyntonics
que mantenían Steph, sus hermanas y sus maridos en el salón al aire libre. Gay,
el marido de una de ellas, 50 años, llenaba la estancia con su carisma. Le da
igual todo, se mostraba sorprendido con el gran tamaño del pene de su hijo de
un año, odiaba los toros (estuvo años viviendo en España) pero le encantó la
corrida en Sevilla en la que un portugués de 15 años salió a hombros (no me
gustan los toros por lo que no pude rebatirle) y quería liquidar a todos los
gatos del mundo porque a su mujer le daban alergia. Sobrado. Gracioso.
Políticamente incorrecto.
El tercer día, con más confianza, añadimos tostadas
con huevo al plato de fruta. J tenía que hacer cosas e Inu se bajó a Padang
Padang, que le encantó ayer. Así que cogí la moto y conduje a SS con algo de
respeto, por el camino y por la ola, quería saldar la deuda de los pocari sweat
con la mujer del warung y surfear esa derecha de nuevo. Sesión corta e intensa
(hora y media), me sentí espectacular en el agua. Vale, el martes tenemos que
dejar la Villa, nos quedamos dos días en Kuta para desfogar del todo, quemar el
cuerpo más de noche que de día y nos venimos aquí los últimos diez días que estemos en Bali, just surfing.
Me reí con un veterano australiano, ni rastro del mexicano ni de sus fotis. De
vuelta conté 565 escalones que salvan un desnivel cortado de ciento ochenta
metros y, realmente sediento, me tomé un pocari y una coke. J y Steph se
volvieron a Seminyak: *Quédense aquí, están solos así que hagan lo que quieran.
¡Olé! Ina vamos a buscar alguna amiga que quiera compartir piscina con
nosotros… En la vuelta de reconocimiento no vimos nada, todo muy tranquilo. Me
encantaría saber el sitio de moda para comer por aquí, joder seguro que a
escasos metros hay un montón de mujeres aburridas en su habita a las que les
encantaría compartir tarde con nosotros. Pero no. Riquísimo el “penne ricci”
del Mango Tree, siesta, despedida del simpático servicio y 40 minutos de
conducción hasta llegar a Villa JAS, última noche, pese a ello, descansamos. Empieza
el Bali sin padrinos.
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