SEAWS XXXV
South East Asia Wild Spirit
Reposando sensaciones en Bali, la isla de los dioses, donde todo puede pasar y de hecho pasa, dando un enfoque olvidado a uno de los ingredientes que añado a todas mis acciones… Love…
Lógicamente Villa no estaba en la Kao San
cuando llegamos. Debe de estar en la estación de tren. Apretados por el reloj,
degustamos el último Pad Tai bangkokero en el turbo tuk tuk que nos llevó a lo
máximo que daba el gas… ¿Lucas? ¿Inu? Allí estaba Villano sentado a la derecha
de un monje budista. ¡Qué pasa nen! Grande el reencuentro con uno de los
figuras malagueños que conocimos en Uluwatu (Bali). *¿Queréis ducharos? –Sí colega,
llevamos todo el día viajando… Por 20 THB duchita potente en la estación,
lavada de dientes y frescos para iniciar un viaje de 10 horas en tren sin cama.
La mejor hora para salir de Bangkok rumbo las islas del este de tai son las
19.30, por el tema de posterior conexión con el ferry a la isla.
Y así lo
hicimos. Esta vez el tren sí se llenó y, tras ponerme al día charlando con
Villa (Inu dormía ovillado en el asiento contiguo), me empecé a sentir incómodo
allí sentado, así que me tiré al suelo bajo el asiento siguiendo el ejemplo de
varios locales. Cuando me desvelé tenía la cabeza de Villa en mi tibia y éste
el pie de una niña en el pecho. Todo un tetris de personas buscando la mejor
postura, que en realidad no formaba parte de las posibilidades para ese viaje.
Llegamos a Chumphon y, por comprar
el billete en diferentes días, nos dividimos reencontrándonos tras el ferry en
el puerto de Koh Tao.

Caldo de cultivo de escuelas de submarinismo que
proliferan gracias a la belleza de sus fondos coralinos, la abundancia de
especies marinas y las ventajas fiscales para su creación, nido de puretas que
subieron al avión buscando recuperar las sensaciones vividas en el útero
materno para renacer en una tierra ajena a su pasado, hogar de una amplia
comuna española y enclave de belleza tal que ni las hordas de turistas legos en
el significado de viajar consigue disminuir, Koh Tao supuso nuestro reencuentro con el mar después de dos
semanas continentales.
Tierra a la vista! Qué sensación tuvieron que tener los verdaderos descubridores. No sabían lo que se iban a encontrar, siquiera si iban a encontrar algo. Llegando a Koh Tao. |
Y la
cogimos con ganas. Con tantas ganas que al arribar a Seatran Pier caminamos bajo el perpetuo calor asiático, con diez
kilitos a la espalda, los cinco kilómetros que separan el puerto de la bahía de
Chalok Baan Kao, al suroeste de la
isla, abriéndonos paso entre la selva taxista aglomerada a lo largo del primer
kilómetro al estilo de los animadores ciclistas durante la etapa alpina del Alpe
D´Huez en el Tour de Francia. ¿Por qué a esa bahía? Habíamos oído y leído que
era zona tranquila obviada por el turismo feroz, concentrado en la playa de
Sairee, en la costa oeste de Koh Tao, Isla Tortuga.
Vistas desde la amplia habita del IHASIA. Sería la única vez que contásemos tres camas en una room. |
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Desentumeciéndonos tras el primer baño en el paraíso Kotaoero. |
Villa
cargando con la mochila de Inu, mitigando así las molestias causadas por el
esguince de tobillo aun no curado que arrastraba éste último. Los 200 THB/persona
ahorrados en el transporte sufragaron nuestra primera noche en el IHASIA, hotelete-escuela de buceo
situado a pie de playa, regentado por “El Brujo” y su equipo español, altamente
recomendable si esta isla forma parte de tu itinerario. Fueron dos días y dos
noches armónicos, timming perfecto antes de partir a la vecina Ko Phangan.
En necesidades básicas, encendimos el modo
ahorro, espoleados por un Villa experto en multiplicar la eficiencia del
dinero. Nuestro restaurante se llamó Seven Eleven y el menú estuvo compuesto
por noodles instantáneos de diferentes sabores, todos picantes. Desayuno,
comida y cena. Menuda sudada se pegó Villita comiéndose unos ultrahot, lágrimas
corrían por sus acaloradas mejillas. Prácticamente no contactamos con
nacionales thais en una isla propicia para iniciar una etapa vital relajada fuera
del radar del sistema establecido.
RODEANDO LA ISLA
Aparte de sus barecitos playeros donde se bebe
libertad y se descorchan sonrisas con y sin luz, la verdadera belleza de Koh
Tao reside en sus cristalinas aguas rebosantes de vida submarina. Suerte
tuvimos al conseguir enrolarnos a la excursión guiada por Roland, experimentado
patrón bávaro en un clásico barco de popa larga impulsado con un motor de
tractor de 15 CV adaptado a su nueva función. Compartimos bote con dos chicas
de Zaragoza y tres de Barcelona y nos llevamos tan bien que seguimos la
excursión en tierra firme hasta que casi salió de nuevo el sol, ya con Villa,
que no quiso unirse al diurno rodeo isleño, no le latía el minitrip.
Tritón Inu |
Muy buen rollo, tuvimos suerte. |
Buceando con una sombrilla de mar. Roland tengo la aleta rota.*No te preocupes funciona igual de bien. ¿? |
Roland, que lleva cuarenta y tres años fuera de
su patria viajando por los cinco continentes, fue un excelso anfitrión, extralimitándose
en sus funciones, regalándonos un día y una visión periférica de la isla inolvidable
(hasta que venga el Sr. Alzheimer a jugar con nuestra mente). *No, no, el
dinero al final, sólo me pagáis si os gusta. La primera hora ya hubiese valido la
actividad. Nos dirigimos a Shark Bay
(Thian Og Bay), donde con suerte avistaríamos tiburones de punta negra, claves
en el ecosistema de esa zona. Los ocho en el agua, la adrenalina del entorno
neutralizó la resaca de una primera noche menos tranquila de lo que prometía en
principio.
Roland en acción. En una de sus inmersiones atravesó un banco de peces enorme, aguantó hasta que se reunificó sobre él y ascendió entre el torbellino de peces tropicales girando a su alrededor. |
Me separé del grupo dirección corazonada. Coral
muerto en la bahía, pocos peces y signos de vida, inmerso en mi respiración, a
lo lejos diviso un tiburón nadando por el fondo… ¡Yepa! Algo más de un metro de
escualo; le sigo respetando su espacio, su hábitat, sólo quiero verte más de
cerca, honro tu especie. Nado tras él hasta que veo otro tiburón, más pequeño y
nervioso. Joder. Saco la cabeza: ¡Inu! ¡Chicas! Venid aquí, no os podéis perder
esto. También buscamos a la tortuga más vieja de la isla, pero no dimos con
ella, por lo que nos dijeron suele salir al atardecer, como los abuelillos en
los pueblos. Al poco me vi buceando con Roland; él hace apnea y permanece
cuatro minutos sumergido, agarrado a dos rocas. El hombre es capaz de estar
seis minutos bajo el agua, gracias a ello se mimetiza con el fondo y la vida
alrededor deja de temerle, por lo que puede observarla mirándola a los ojos.
Intento copiar su técnica (adaptándola a mi capacidad pulmonar) al ver que dos tiburones
le pasan por encima.
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Tiburón de aleta negra, no es tan peligroso como el gran blanco, el tigre o el toro, pero también tiene dientes. |
Quiero esa visión. Buceo, me mantengo sujeto a una roca y
cuando me estaba quedando sin aire le veo venir. A tres metros de mí asciende
para evitarme y aprecio la media luna de su boca, qué guapo. Emocionado salí
del agua. Entre bromas, peces de colores, chapuzones y fondos impactantes
transcurrió el waterday. Tanote Bay,
Mango Bay, Nang Yuan y Sai Nuan
fueron nuestras paradas técnicas. Los 600 THB que costó la excursión nos dejó
un dulce regusto por el valor intangible de la misma, el campo de los recuerdos.
Ese precio se ajusta más a una excusión amplia, no a una cuasi privada. Gozada.
Por la tarde nos reencontramos en el IHASIA con Villa, quien snorkeleó junto
con otros españoles en la Shark Bay y se hizo buenas fotos con tibus de fondo.
Intercambiamos fotos con el resto del crew del barco y quedamos después de
cenar en el Babaloo, pub en la arena
cercano al hotel. La isla empapelada señalando la fiesta que esa noche tenía lugar
en el Castle, uno de cuyos Dj´s era
David, de Madrid. Pues nada, como yo era el único que prefería plan playero de
hoguera e historias, me uní al deseo fiestero del resto y entre risas bañadas
en cerveza llegamos a las 3 plantas del Castle, garito fusión entre naturaleza
y discoteca.
Villa rodeado de médicos, nunca se sabe... |
Patri la maña tenía algo de calle pero las tres
catalanas, 25 años cada una, recién licenciadas en medicina, estaban tan asustadas
como un cervatillo fuera de su hábitat, lejos del calor de sus costumbres. Y
después de lo que llevo viajado y vivido en mis ahora 28 palos, me sentí con la
responsabilidad de que las chicas tuviesen una noche memorable, creando la
confianza y seguridad necesaria para que se pudiesen expresar libres y olvidar
su permanente estado de alerta, para eso estábamos nosotros allí. Así que nada
más entrar compré un bucket (cubo de playa) de cubalibre con pajitas para
todos. Hidalgo hidalgo hijoputa el que se deje algo. A lo largo de los países
que he visitado desde que hace ya unos años empezase a viajar, siempre me he encontrado
con gente más experimentada que yo que me ha dibujado caminos abriendo puertas donde
sólo veía impenetrable pared desnuda. Ahora me sentía en aquella posición con
estas chicas, me tocaba dar a mí. Así que otro bucket y a bailar ¡que no falte de
nada! Cabezas juntas, pajita per cápita y hasta el final… Inu se arrancó y
compró otro, luego Villa y finalmente las catas pusieron otro en común. Globos
de la risa, muslo con muslo, la cosa se fue calentando y a las 3 horas el
contingente hispano apareció en la playa brindando con vasos de plástico el
bacardi oro de litro que trajimos de Camboya… Una bonita despedida de Isla
Tortuga.
Rumbo FMP |
La alarma penetró dolorosamente en mi cabeza,
inundándome poco a poco, ahogando mi sueño con una pesadez transitoria que no
era sino la llamada de la isla de la perdición. Partíamos hacia Koh Phangan,
tres días antes de la fiesta de la luna llena, famosa en el mundo entero por la
magnitud de lo que allí sucede, pondremos a prueba su leyenda. Nosotros de
vacaciones y el hígado con trabajo extra para no convertirse en foie. 200 THB
tuvimos que pagarle al Brujo por perder la llave de la habita, ¿dónde está? No
idea. En fin, el camino hacia el muelle se estaba haciendo duro, destilando ron
por los poros de la piel, camiseta pegada a mochila y espalda, ojos
enrojecidos, cabeza puzzle sin pieza fundamental; perdona, ¿nos llevas al
puerto? El hombre conducía moto con sidecar. Subid. Suerte, coincidencia o
buena acción, lo que quieras, pero nos plantamos por la cara en el abarrotado
puerto. Media de edad: 25 años. Party boat destino Full moon… ¡Auuuuuu!
Aunque sólo fotografiamos lo que veis, el día lo pasamos entre barracudas, peces payaso, anémonas fluorescentes con forma de cerebro humano, peces fusil, almejas gigantes, erizos de púas enormes, peces ángel y demás fauna y flora marina avistable en el archipiélago tailandés sin necesidad de botella.
Sujetando un ojo de mar. Momentazo en Tanote Bay con la lancha amarilla del fondo poniendo los grandes éxitos de Bob Marley en su potente equipo de sonido. |
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