SEAWS VIII
"Me rallo
como el queso sin poder darte un beso, mecanizando las acciones me generas
sensaciones, desconectas mis neuronas, pienso, repienso, lo rumio y me lo
trago, para sacarte de mi mente necesito un puto mago, serpiente, comí de tu
manzana, bebí de tu elixir, mi cuerpo se arrepiente, te deseo un buen vivir."



La
singularidad de los días no tiene sentido cuando haces lo mismo una y otra vez.
Al interiorizar las acciones las realizas sin esfuerzo, como conducir. ¿Es eso bueno?
Depende de lo que tengas en la cabeza. El objetivo lejano tiende a difuminarse
en las banalidades cotidianas y deja volar la imaginación otorgando libertad a
los pensamientos: nuestro presente es vacío, el futuro incierto y el pasado
entra sin llamar. Una realidad descafeinada, penitencia antes del goce. Shambala
vital.
¡Qué tal estáis gentes del mundo!
El domingo
introdujimos una nueva experiencia a nuestra rutina campera. Tras la yekinada
(recogida del calabacín) Denny The Boss nos miró: *¿Queréis venir con nosotros
al Templo? Uff que marrón, nuestra cara de duda aceptó la oferta cuando el
hombre continuó: *Si, venid, comida india gratis. Ok, pues vamos. Ok, poneros
algo presentable.


A la hora
convenida estábamos en su casa, íbamos a subir al coche y la mujer, engalanada,
dijo que no, que primero la llevara a ella y luego nos recogiese, que fuésemos
andando. No son hindúes, son Sikhistas, una religión independiente creada por el
Gurú Nanak hacia el año 1475 y difundida a través de “los 10 Gurús”. Creen en
un único Dios, su propósito vital es huir del materialismo y alcanzar el nivel
espiritual más elevado, prohibido el pollo y el alcohol. Deben dejarse el pelo
y barba crecer, llevar un machete de autodefensa. Y lo hacen. La comunidad Sikh en Shepparton es prominente y allí fuimos a parar. Descalzos, pañuelo en la
cabeza y entramos en la planta baja del Templo. Denny nos dirigía, nosotros
detrás, únicos europeos, únicos no indios. Nos sentamos espalda en pared y nos
empezaron a servir. Serviciales y hospitalarios, como un comedor de mojas pero
de indios, picante hasta en el agua.Cada vez que pasaba uno, le dijeses lo que
le dijeses, ahí te plantaba lo que llevaba… No se puede dejar nada en el plato.
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Menuda hincada de rodilla |
Estábamos flipando bastante, lo
hacen cada miércoles y domingo, comida gratis para todos utilizando para
ello el dinero de las donaciones. La mayoría de hombres y ancianos vestidos de
blanco, turbante oscuro, machete y barba. *¿Habéis terminado? Seguidme. Inu
detrás de Denny y yo cerrando la composición, subimos las escaleras. *¿Vosotros
conmigo, ok? ¿Qué coño vamos a hacer? Abrió una puerta, tocó el suelo como si
fuese a jugar el partido de su vida y siguió adelante. Una alfombra roja dividía
la sala, a la izquierda mujeres, a la derecha hombres, todos sentados en el
suelo con las piernas recogidas, el coro repetía un mantra con voz aguda y
apoyo de timbales. La alfombra llevaba a un altar techado en el que se
encontraba el gurú, viejo de barba blanca, hierático. Todo sucedió muy rápido.
Denny llegó al altar, se arrodilló, besó el suelo y dejó un billete. Se fue a la derecha. Ahí
quedó Inu con sus pantalones cortos y camiseta, enfrente del Gurú, no pude
reprimir más risa que sonrisa al ver como hincó rodilla, se postró a los pies
del hombre, se levantó, hizo reverencia y se desvió a la derecha.¡Enorme! Mi turno. Repetí movimientos, pedí por el viaje y seres queridos y me uní a la sentada. 2 horas de “misa”, con el gurú cantando y tocando una especie de caja-acordeón. Mientras el gurú salía del altar un fiel agitaba un plumero a ritmo de director de orquesta, ahuyentando los malos espíritus del lugar sagrado. La ceremonia acabó con un indio exponiendo en un Power Point los pasos para realizar donativos a través de internet. Muy eclesiástico.

Pensando que estaba todo acabado, volvimos al comedor y, una vez saciados, comimos un poquito más. Pese a ser elementos extraños no recibimos una atención desmedida. Una bonita experiencia.
Esperando
la hornada de trabajadores que llegarán para la temporada, esto es, desde
finales de diciembre hasta principios de mayo, se nos han unido dos nuevos
chavales, irakíes. 18 y 24 años, ambos casados. Hacen campo por la mañana y
reparten pizzas por la tarde. Esta mañana hemos acabado a la vez así que nos
han llevado a casa en su Ford blanco que le quieren vender a nuestro vecino cuñado de Denny,
Suomi, por 2.000 AU$. El chavalillo flipao, gorra ladeada, piti
en boca, reggeaton irakí distorsionando por los altavoces… *Tú me guías. Dale…
Derecha, sigue, izquierda, sigue, la siguiente a la derecha, izquierda, es esa
casa de allí… El pavo se ha venido arriba y ha entrado derrapando en la casa… a 80 km/h, Wow, pam, el coche directo a la acequia de la indian´s house… Menuda risa nos ha entrado, el otro irakí, que mide
1.62 indignado de cuclillas, gritando jala jalaaaa y nosotros doblaos sin poder
disimular. ¿Y este es el coche que le queréis vender? El chavalillo se reía. Ha
pasado el de correos conduciendo, *eso me ha pasado a mí dos veces, ¿puedo
hacer algo por vosotros? Tranquilo, ya está viniendo un tractor, tx.
Pocas
novedades más. Días duros estos que no son de inicio ni de final.
¡Que disfrutéis mucho del puente de diciembre!
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