domingo, 24 de marzo de 2013

...L.U.N.A...

SEAWS XXXIII
South East Asia Wild Spirit

“Es tan corto nuestro paso por este planeta que es una pésima idea no gozar cada paso y cada instante, con el favor de una mente que no tiene límites y un corazón que puede amar mucho más de lo que suponemos..."

 Facundo Cabral
Cantautor Argentino



























lunes, 18 de marzo de 2013

STUNNING BANGKOK II

SEAWS XXXII
South East Asia Wild Spirit 

Cada ser humano es maestro y alumno al mismo tiempo. Aprendamos bien pues al final, nuestras propias respuestas al examen de la vida, medirán el éxito o fracaso de los maestros que hemos ido encontrando a lo largo del camino. Ellos serán juzgados en base a la consciencia alcanzada por sus continuadores, es decir, todos nosotros.
L.P.C.

Panoramix del Buda reclinado. Colosal y al vacío, incrustado en una pequeña edificación.
 DÍA 4 – MUAY THAI EXPERIENCE: Amanecí a las 7 am, descansado y lúcido. Inu dormía a mi derecha así que, antes de despertarle, planifiqué el día con el mapa de la city. *¿Dónde está la mejor cocinera de Bangkok? –No lo sé. El humor de la mujer del White Conner´s, donde desayunamos a diario, era de los peores. Por ello acabamos en el restaurante de la siguiente esquina, aunque el vistoso decorado y la conexión wi-fi gratuita no disimulaba la diferencia de calidad entre uno y otro. 


Inu en el ornamentado patio central del Wat Po, Bangkok.
La planta de los pies
 refleja el paso
de Buda al Nirvana.
Guardián de fe de una de las más de 
1000 representaciones de Buda
 existentes en el Wat Po.
Barquito (15 THB) hasta el muelle de Tha Thien, en el barrio de Bang Lumpu, ubicación en la que se concentran los tres templos que queríamos visitar. Fuerte hedor a pescado hasta llegar al Wat Po, el templo más colosal y antiguo de Bangkok, que alberga en su interior la estatua del Buda yacente más grande del país. 43 metros de largo y 16 de alto tiene el Buda cubierto de pan de oro… De ahí nos dirigimos al Palacio Real, si la ciudad está plagada de desmedidas fotografías del Rey, su Palacio debe estar a su pretendida altura. Caminando bajo un sol calcinador con 85% de humedad en el ambiente, sudar era consecuencia más que opción. ¿500 THB la entrada? Qué va, ya volveremos de viejetes que esto, en principio, seguirá aquí. 


Panorámica desde el mirador de Wat Arun. A la derecha se aprecia lejano el Palacio Real,
en la otra orilla del río Cha Praya.











¿En cuánto tiempo dices que me subo la torre?
20 segundos mínimo. La sudada hizo cauce,
pero a los 16 segundos saludaba desde arriba...
Imponente vista del Wat Arun
desde el barco.
Cruzamos el río (3 THB) para acceder al Wat Arun, una de las postales de Bangkok, cuya torre se eleva hasta los 46 metros de altura a orillas del río Chao Praya. Escalones estrechos y verticales, los que subían lo hacían con ambas manos en la barandilla, a pausado ritmo. Dejamos una inscripción en la tela habilitada al recuerdo gozando de una privilegiada vista del activo tráfico fluvial del río y de toda la ciudad.

Sky train en el futurista distrito de Sukhumvit, BKK. 
Una vez saturados de templos, pese a que mi interior se inclina hacia los principios budistas latentes en estas tierras, bajamos el río hasta arribar a Sathorn Central Pier, nos subimos al Sky Train (tren elevado) cuyo potente aire acondicionado secó mi mojada camisa y aparecimos en Siam, zona de rascacielos, centros comerciales y ajetreada actividad. Impactante y gracioso observar a los adinerados tailandeses vestidos internacionalmente arrasar las tiendas de Parangon, bien diferenciada la clase social (o intento de la misma) de cada cual. Precios europeos excepto en Zara, que tiraba de sus encarecidos precios neoyorquinos. Pues nada nen, vamos a comer ¿no? Y tras comentar los pros y contras de calzarnos un buffet libre en un italiano, más por la salud del bolsillo que por la del body, nos sentamos a ponernos ciegos a jamón serrano (no lo catábamos desde que salimos de España), salmón, berenjenas rellenas de verdura, mejillones, pizza y varios estilos de pasta… ¿y de beber? La botella de 2 litros de agua que habíamos comprado en el 7/11, que por ahí es donde te clavan bien en los buffets.

Quedaban cuatro horas para que comenzase la velada de Muay Thai en el Lumpinee Boxing Stadium. La primera de ellas reposamos la comida en la versión tailandesa del parque del retiro madrileño, el Lumphini Park, el gran parque que toda gran ciudad tiene. Profunda siesta de la que despertamos con gotas de lluvia en la cara y mordidas de hormiga en brazos y piernas. ¡Qué sobada! Vamos al estadio a ver si no van a quedar entradas y la liamos. A tres horas del inicio, el ambiente en los aledaños del estadio iba in crescendo y numerosos vendedores trataban de impedir que llegases a las taquillas, aún cerradas. Era noche esperada, la mejor velada del trimestre, una de las cuatro grandes del año, con 4 peleas de campeonato de las 10 programadas. Y también era más caro. Nos habían advertido de la falsedad de las entradas no compradas en taquilla y estábamos reticentes al convincente vendedor, cero ganas de regalar 60€, pero el chaval nos dio un resguardo sin pagarle cantidad alguna. Buscadme cuando queráis entrar. Ina, voy a escribir un poco. Él sesteó de nuevo en el parque.

De no ser por el calvo y sus colegas hubiéramos gozado de privilegiada posición.
Este hombre acabó sin pulmones.
Dos cervezas rápidas y al estadio. Nos perdimos el combate que abrió la fiesta, pero daba igual. Ambientazo espectacular en las gradas, los thais a loco grito en la que es su máxima pasión, por encima del fútbol y otros entretenimientos. Los mejores luchadores de Muay Thai, seleccionados de entre todas las regiones del país, se citaron esa noche de patadas épicas y noqueos paralizantes. Vaya ostias se pega la gente, estábamos en la zona del ring, en tercera fila, escuchando el sonido seco cada vez que la tibia de uno impactaba en el costado del otro. Rapidísimos, agresivos, eléctricos, concentrados en destrozar a su oponente. Salían del pasillo bajo el anuncio de sus nombres por megafonía y el estadio, de madera, rugía por sus ídolos. Cinco asaltos por combate (7 si eran de campeonato) de cuatro minutos cada uno. Los luchadores salen al ring e inician el ritual de pedir y dar gracias con un característico baile lento, en el que marcan exageradamente los movimientos, rezando en cada una de las cuatro esquinas del ring por la victoria final. Cuando suena la campana, chocan puños y se empiezan a calentar el lomo mientras el cronometrador toca en su flauta la música del combate. Violentos golpes, castigadísimos los muslos y el dorsal. Siete combates acabaron por puntos y tres en K.O. Una experiencia brutal y divertida. 

Mondum rezando ausente. En tres asaltos arrebató el título de campeón a Chockpeecha, a priori más fuerte que él.

Era viernes noche en Bangkok; decidimos descansar después de un largo día con vistas a aprovechar la primera hora del mercado de Chatuchak, recomendado por todos.

Uno de los pasillos-calle del
mercado de Chatuchak.
 ¿Qué quieres?
Lo tenemos.
DÍA 5 – PRODUCTO NACIONAL: Moviéndonos como los locales, a primera hora de la mañana llegamos en autobús (13THB) al Gran Mercado de Chatuchak, accesible sábados y domingos. Disfruté viendo la puerta del bus abrirse dos segundos antes de cada parada, en vez de dos después. Chatuchak es inabarcable y se vende de todo, agobiante y consumista, inspiración de las marcas low cost en sus nuevas colecciones de ropa lanzadas en Europa y EEUU. Calles abarrotadas de gente y trapos, falsificaciones, segunda mano, diseñadores freelance en busca de su oportunidad. Zapatillas, música mezclada, calor, aire acondicionado, una locura en la que las mujeres se lo pasaban en grande. Tras un primer impulso de me lo llevo todo, compramos una camisa cada uno, regalada. Arte, tallas, decoración, juguetes, electrónica… aparte de la triunfadora camisa, del mercado me llevé dos de los mejores sabores que degusté en Tailandia; el helado de coco al estilo Chachak (tres bolas de coco servidas en medio coco cortado en láminas, topping de almendras y jugo propio) y el venerado Pad Thai, mix de pasta, soja y vegetales con huevo, especias y un movimiento sabrosísimo.

Vibrante actividad la de los camareros del mercado. Aquí se abrió la veda del delicioso Pad Thai.
En el bus de retorno dormitaba cuando Inu se y me despertó sobresaltado; ¡venga vamos Luki esta es nuestra parada! Saltamos en movimiento y, si bien estábamos cerca, faltaban un par de paradas para el Vimol, nuestro Hostel. Concretamos el plan: “Esta noche salimos por la zona de Sukhumvit, mañana resaca tranquila despidiéndonos de Bangka y el lunes a Camboya en el tren de las 5.55 a.m. Perfe.

La noche fue notable. Empezamos con un par de Changs, la cerveza nacional y pronto pasamos al ron. En el 7/11 compramos botella (4€) y en la misma tienda hicimos la mezcla en un vaso de coca-cola de litro (0.90€). Un túk túk nos llevó a la zona de discotecas punteras de Bangkok, Soi 11 en el distrito de Sukhumvit y allí repetimos operación en otro 7/11. Sensación extraña a medio camino entre la pena y el asco el ver a tanto viejete caucásico y barrigudo de la mano de jóvenes tailandesas, por todos lados, mirases a donde mirases. Copa, copa, copa en la calle y a un Sky Bar en la planta 27 de un hotel… Birra, tequila, bailoteos, vuelta de reconocimiento. Inmersos en la noche thai, poco extranjero por allí, la última vez que vi a Inu bailaba con una bella morena.

DÍA 6 – FLOATING MARKET: *¿Después de la noche que nos hemos dado me pides dinero? –Tú tienes, yo necesito… La pagué el taxi de vuelta a casa y me quedé pensando… Al poco llegó Inu: *¿Bien no? –Sí, pero la chica vive en herviland… ¿Por qué te fuiste? Estaba con siete thais con ganas, le enseñé tu foto a una y quiere conocerte… Me reí mucho con ellas, que graciosas son. –Me fui porque me raptó una que me convenció, pero vamos, esta noche quedamos con tus amigas.

El aire acondicionado nos lo daba la rendija abierta... Mítico
el abuelo de la izquierda. Elegante y señorial.

Con las neuronas desconectadas por la reseteadora resaca, nos plantamos en la estación de autobuses para llegar traqueteando hasta Ratchaburi (100km de BKK), lanzadera para continuar en la caja de un camión repleto de pasajeros al mercado flotante de Amphawa. Éramos motivo de conversación de nuestros sonrientes acompañantes, inviable la comunicación con ellos, aparte del lenguaje facial. Estábamos rodeados por 11 thais desconocidos entre sí y pensé que todos tendrían en común una canción de la infancia o folclórica. Les pedí que cantasen y ellos me miraban con cara de ¿?... Inu, qué canción nos sabemos los dos… Tirando de recuerdos indelebles empezamos a cantar el Oa Oa Oao... de Oliver y Benji y aunque no conseguimos que ellos se arrancasen con la suya, todos acabamos riendo en la caja de un camión rumbo al mercado flotante, que no estaba a pleno funcionamiento cuando llegamos. ¿2000 THB por ir en barco y no hay otra opción? Olvídalo mujer. Al final, tras mucho regateo (titánico esfuerzo diario el regateo constante con la finalidad de pagar un precio no abusivo por ser extranjero) nos llevaron en moto hasta allí. Flipo con la variedad de recetas culinarias que se saben en Tailandia, una fina lámina de barquillo con yema de huevo cocida y algo más hizo que la excursión mereciese la pena.

De repente me vino un sudor frío, ¿y si la chica de ayer está molesta conmigo porque no le di el dinero que me pidió por la mañana? Quizá algún amigo suyo me espere por la zona…

Cuando salimos del hostel dirección al McDonalds donde habíamos quedado con la amiga de Inu, nos dimos cuenta de dos cosas: que el lunes no nos íbamos a Camboya y que la Kao San Road en la que estuvimos de locura la primera noche no es la calle que hasta este día pensábamos que era la Kao!! Menudos luceros, así estaba de tranquila otras noches, ¡porque era otra calle! Y es que el ambiente de la Kao San, noche y día, invita al desparrame.

Amy, que inglés más gracioso
tiene mujer! 
Insectos gourmet,
menú completo - 2€.
*Luke que putada, no ha venido la guapa. –Ya veo. Bueno vamos a tomar algo en una terraza que la tuya te tiene ganas. Fue la noche de masticar escorpión (más sabroso que su aspecto), reírnos con la tamagochada de las thais, perder dólares (la mayoría de las veces jugando en serio) a pulsos chinos y al piedra, papel o tijera con los niños tais y de conocer a Charlotte, una francesa viajera que en dos semanas estará de ayuda humanitaria en Sri Lanka. El 26 de abril aterrizaré allí, así que ya me pasará info del país. –Lukiii, ¡me voy a casa! *Dale, oye que se vaya antes de que la viejecilla (hostelera) se despierte, que nos la lía… - Se va de viaje mañana a las 6.30 am así que de lujo. *¡Ciao!

Me quedé con Charlotte, Mark y Sarah bailando fuerte en un club de striptease, las bailarinas se bajaron y el escenario fue para nosotros 4. En un salto, el australiano se abrió la cabeza: -necesitas puntos man, con esto me vale, dijo envolviéndose la cabeza a lo E.T. en un pañuelo blanco enrojecido por la sangre. Sarah loca con las barras y yo con Charlie por allí, divertido.

Salí con gula a por un Pad Thai nocturno en un puestecillo ambulante y perdí al grupo, pedí otro Pad Thai, este de pollo en vez de gambas y, saboreándolo sin hambre, me fui a la cama.

DÍA 7 – DESPEDIDA: Vamos a la embajada, ya sé dónde está. Inu vuelve a España el 4 de abril desde Singapur y hasta esa fecha queremos estar en las playas de Tailandia. Ahora mismo tenemos visado hasta el 3 de abril (1 mes desde la entrada, por llegar al país en avión) lo que queremos saber es si al salir a Camboya este visado se anula, porque entrando por tierra te dan sólo 15 días y no nos llegaría hasta donde queremos, por eso teníamos que enterarnos en la embajada.

La viejecilla enfureció cuando nos vio a los tres en el hall, escondió los zapatos de Sua y todo… Despotricando en tailandés por llevar mujeres a dormir a su hostal… *¡Tenéis que pagar 200 THB más!

La embajada española, que no sale en los mapas, está en Ratchdapisek Rd, el distrito financiero de BKK. Llegamos en taxi (siempre más barato con taxímetro que con acuerdo previo) y Sua seguía con nosotros, Inu se despidió de ella antes de entrar en el edificio. Preciosa la bandera de España ondeando elegante: con dos gotas de sangre y un rayo de sol hizo Dios una bandera y se la dio a un español. Hora y media esperando en la sala para que nos dijesen lo que imaginábamos. La visa no es de múltiples entradas por lo que en caso de salir del país se anula y al entrar por tierra nos darán 15 días.  ¿Y qué opción tenemos para estar hasta el 3 de abril? –No salgáis del país. Carcajada de la salita de espera. Gracias hombre.

Volvimos al hostel. O estamos más tiempo del pensado en Camboya o nos movemos un poco por Tailandia antes de ir… Inu quería irse a Camboya: *si tenemos que salir de Tai el 31 de marzo, pues echamos cuatro días en Kuala Lumpur o en Singapur…  -Acuérdate de lo caro, gris y sin posibilidades que era Singa, allí comenzamos el viaje… Mientras lo aclaramos prefiero quedarme un día más aquí. Pusimos Pearl Harbour en el Pc y a soñar.

Extremo norte de la Kao
San Road.
DÍA 8 – BUDDHA´S DAY: Una vez visto y hecho lo “obligatorio” en Bangkok, disfrutamos de un día sin prisas, un día de regalo en la capital que sirvió de unión de los inconexos fragmentos de los siete días anteriores. Empezamos regateando pacientemente en los puestos de ropa de la Kao San, otra energía flotaba en el ambiente, la gente se mostraba más contenta y amable de lo habitual, o quizá yo cambié los ojos con los que miraba la misma realidad. Como dijo Ramón de Campoamor: “En este mundo traidor nada es verdad ni es mentira, todo es del color del cristal con que se mira.” *Strike, vamos al Hospital Sirirat, me lo ha recomendó Fito, me fio mucho de su gusto. – ¡A cruzar el río entonces!

A la salida del 7/11 (chocolaaaaate) nos abordó una simpática señora, nativa, profesora de inglés. Tenía mucha luz y le gustó nuestro rollo así que nos recomendó: - Son casi las 14h y el hospital cierra a las 15h, entre que llegáis y todo no os va a dar tiempo a verlo. Hoy es el día de Buddha y el gobierno subvenciona gasolina y entrada a museos, entre otras cosas. Saqué el mapa del bolsillo. Nos recomendó los templos del Big Buda y del Lucky Buda, que aún no habíamos visitado. También le hundió el día a un tuktukero, que se comprometió a llevarnos a esos dos templos, a la estación de tren y a casa por 40 THB entre los dos (lo lógico por esa ruta era mínimo 150THB/persona).

Viajamos tratando de evitar las agencias de viajes privadas y las grandes cadenas comerciales, pretendemos que sea el pequeño comerciante y el propio país el beneficiario del dinero generado de sol a sol en la granja de Shepparton, Australia. Lejana queda la experiencia en el tiempo, en un altar de la mente, presente.

La hora y media que estuvimos en la agencia nos proporcionó valiosa información, estructurando la parte de viaje que nos queda juntos a Inu y a mí. Planteamos la opción de ir al norte de Tailandia, a Chiang Mai, aunque las fotos de viajeros en balsas de caña con chalecos salvavidas y tribus que hablan inglés acabó por quitárnoslo de la cabeza. ¿Dónde quedó la pureza? Sabidos ya precios y fechas, nos fuimos a la colindante estación de tren de Hualampong, decepción para el agradable agente, pensó el hombre que tenía dos clientes cuando en realidad eran periodistas sacainformaciónsincontraprestación.

20 de marzo de 2013: bus + ferry con origen en BKK, destino la isla de Ko Tao.
26 de marzo de 2013: Full moon party en la isla de Ko Phangan.
4 de abril de 2013: vuelo Singapur-Madrid para Inu.
5 de abril de 2013: vuelo Singapur-Bali para Lucas.

Budita que nos estamos
descuidando las uñas eh!
Una imagen más de Buda,
en este caso el Lucky Buddha.
Riquísimo el coquete.
En el Lucky Buddha (buda de la suerte) nos frotamos la cara con agua bendita mientras pedíamos por lo que queda de trip con la coletilla de salud y suerte para familiares y amigos. Helado de coco admirando la grandiosidad del Big Buda (32 metros de altura) y andando para casa, el tuktukero maldiciendo a la señora, aunque al pavo le echamos una mano para conseguir gasolina gratis al visitar una tienda concertada... Él lleva potenciales clientes allí y recibe cupones de gasolina gratis: práctica extendida en BKK que puede fácilmente acabar en timo.

Antes de la despedida, nos organizamos: esta noche juega el FCB-AC Milán, vuelta de la champions con 2-0 en contra para el Barça, por diferencia horaria juegan en directo a las 2.45 am, lo vemos y a la estación para coger el tren a la frontera camboyana a las 5.55 am… Timming perfecto sobre el papel.

Cenando donde solíamos recibimos info necesaria de Rose, la americana ONG que conocimos el primer día. *Necesitáis 1 foto para el visado camboyano, cambiad dinero en dólares porque vale 20 U$ entrar y no aceptan THB. Otra cosa, primero salid de Tailandia y luego pagáis el visado camboyano, estafan a muchos viajeros así en falsas oficinas oficiales. ¡Gracias!

Era martes y decidimos repetir el ritual del anterior martes, nuestro primer día. Vamos, que nos quedamos otro día más… Blues en vivo antes de reventar la Kao San, las oficinas de cambio de dinero cerradas y el líquido de lentillas que compré lo perdí entre cerveza y cerveza. Una vuelta viendo el crowd de esa noche, nos fijamos en dos gatas y aparecimos en la mesa de al lado. Eran forrethais, porche y todo… Gente y más gente por allí. Al poco nos besábamos con ellas. Me rallé y me vino a la cabeza la frase del australiano en el aerpuerto de Melbourne: Remember, always check twice. Ina ¿seguro que la tuya no tiene lo mismo que tú y que yo? Toqué disimuladamente a la mía, nada que temer por aquí… Me descojoné al ver a Inu averiguando…

A la salida de la discoteca ya sin thais, antes de ver el partido en pantalla gigante, se nos unieron dos treintañeras, bombas portuguesas amantes de la cirugía estética, los barcos e Ibiza. Gocé con la remontada del sublime Barcelona, recital de cánticos que me costaron la atención del camarero: Dude, nací en Tarragona, amo al FCB, si pinchas mi brazo saldrá sangre azulgrana, ¡no me jodas! Sin saber el camino nos vi a los 4 recibiendo un masaje en los pies tumbados en unas hamacas y cuando volví en mí, desaparecí con la caprichosa Inés. Antes de que la viejita abriese la boca le dije: pago habitación para dos, sólo somos dos. Y subí.

DÍA 9 – ATRAPADOS: A las 16.15 Inu entró en la habita. *Menuda noche… No sabes la habitación que se gastan las portus. Piso 19 con vistas al río…

RE-SA-CA

Ahora el que se quería ir a Camboya era yo, pero Inu quiso quedar de nuevo con las portuguesas para acabar lo que había empezado. Llegamos media hora tarde al punto de encuentro y ya no estaban allí. Tres francesas se nos presentaron, a una de ellas le había encantado Inu. No es mi tipo, dijo Ina. Compré otro líquido de lentillas y pese a que las franchescas se pusieron pesadas para que nos quedásemos, nos fuimos a descansar. *Chicos, pero si en un día veis Angkor Wat, quedaos con nosotras!– Más que verlo, queremos vivirlo… Bona nit.

¿Es esta? Sí, hemos llegado.
DÍA 10 – LAST DAY: Y por fin llegó el día del adiós. Gracias BKK por momentos genuinos vividos con la intensidad del goce. Adiós a la Kao San y a todos los nativos conocidos, una sonrisa para cada uno de ellos, otra para nosotros. Menos nuestra casera, refunfuñando después de todo, sólo la apacigua el color del dinero. Una estancia completa en la capital de Tailandia. Tenía en mente, porque me lo habían dicho, que Apocalypto era una película mala con pretensiones. Inu estaba en contra de esa calificación y, después de verla, estoy con él. Peliculón.

La verdadera magia de viajar reside en las historias que se entrelazan y te absorben de pasada  cuando tus planes eran otros.





miércoles, 13 de marzo de 2013

EN VIVO - BKK

SEAWS XXXI
South East Asia Wild Spirit

"TODOS SOMOS GENIOS. PERO SI JUZGAS A UN PEZ POR SU HABILIDAD PARA TREPAR UN ÁRBOL, VIVIRÁ TODA LA VIDA CREYENDO QUE ES ESTÚPIDO. "
ALBERT EINSTEIN.
Big Buddha. Wat Indravirhan. Bangkok, Tailandia
Tras una energizante semana profundizando varios aspectos de la cultura thai en la capital de su Reino, mañana nos dirigiremos a la vecina Camboya, país en el que entre otras cosas, vamos a  purificar el cuerpo a base de ingerir únicamente fruta y agua durante tres/cuatro días. El enclave elegido para ello invita a purificar también espíritu, pues se trata de la ciudad templaria de Angkor Wat, la octava maravilla del mundo, uno de los iconos del continente asiático gracias a su majestuosa arquitectura y misticismo.

En breve os cuento nuestros últimos días en Bangkok, ciudad que atrapa. Ahí va un adelanto en forma de fotos.

Estatuilla de la suerte inspirada en Siddharta Gautama, Buddha.

Autobús (13 THB = 33 cts de €) de vuelta al hostel tras patear el mercado de Chatuchak.
Mirada serena de la anciana Thai con Inu a su lado.

Pescados y gambas deshidratados en uno de los cientos de puestos de venta ambulante.
Mercado flotante de Amphawa, Ratchaburi, Tailandia

Lumpinee Stadium, asistimos a una de las cuatro veladas más importantes del año.
Menudas patadas soltaba Sigdum, el campeón.

Impactante la belleza de esta niña,
 no dejes que la que llevas en tu interior se duerma.

lunes, 11 de marzo de 2013

STUNNING BANGKOK I


SEAWS XXX
South East Asia Wild Spirit
Visitad los mercados, daros un masaje thai, flipad con la comida callejera, asistid a un espectáculo de Pong y mucho cuidadito con los Lady Boys, os va a encantar Bangkok… Perderos callejeando, cada esquina es espectáculo… No dejéis de visitar los templos… Kao San Road, epicentro mochilero de la capital de Tailandia.
Eso es lo que nos habían contado de Bangkok, tampoco quisimos profundizar mucho antes de llegar para que el impacto fuese total, aun a riesgo de perdernos puntos clave por falta de información.

De Bali a Surabaya
DÍA 1. LLEGADA: Ni una rupia nos quedaba en el bolsillo. ¿Has contado bien? Sí tío, 249.700, nos faltan 300 (3 cts de €) para poder pagar el impuesto de salida del país (150.000 IDR por persona). El tipo que estaba detrás de nosotros en la cola de pago del aeropuerto de Surabaya extendió la mano abierta con la palma repleta de monedas de escaso valor. Gracias buen hombre, le di a cambio una moneda de 10cts de €, te dará buena suerte. 4 horas de apacible vuelo después, llegamos al aeropuerto de Don Meung, en Bangkok, donde nos sellaron el permiso de estadía de 30 días en el país, hasta el 3 de abril (en caso de entrar a Tailandia por tierra te dan 15 días de visado). Taxi ¿no? Hoy sí, de otra forma nos perdemos fijo. Intentamos regatear el precio al taxista que no bajó de los 400 BHT (38 BHT= 1€) por el trayecto de 26 km hasta llegar al gueto mochilero de Kao San Road, bullicio luminoso de adosados puestecillos en el que se vende de casi todo. El hostel que reservé vía internet para dos noches, situado en el vecino y entrañable barrio de Samsen, estaba completo. ¿Qué? Tengo una reserva para dos noches, la primera de ellas ya pagada, cómo no vas a tener habitación. El hombre hablaba inglés pausado y limitado. *El check-in es hasta las 6 pm, a partir de ese momento no reservamos la habitación, estamos completos. – ¿Me han cargado en la tarjeta 10€ de esta noche y me dices que no tienes lugar para nosotros? *No te han cargado nada en la tarjeta. No salía de esa frase, sin razonar, difícil reconducir la situación. –Ok, voy a chequear el pago y si me han cargado la noche vuelvo y me la pagas tú a mí ¿vale?, ¿dónde podemos dormir por un precio similar?  Nos recomendó tres hostel cercanos pero elegimos un guest house escondido en un callejón, vallado acabado en afilados pinchos, seguro que es económico. Vimol Guest house ha sido nuestro hogar durante esta semana capitalesca, encantados estamos de residir en este barrio que de otra forma no hubiéramos tan siquiera conocido al no albergar más interés turístico que el genuino día a día tailandés. La enjuta vivaracha anciana nos enseñó la habitación. Dos camas, ventilador y baño propio. ¡Nuestra! Reponedora ducha que evaporó el calor corporal a la par que cambiaba el signo de la cargada energía que traía de Kuta. Empezaba la Bangkok experience.

Orientados por consejos previos íbamos a la Kao San Road, aunque no avanzamos más de 100 metros cuando decidimos sentarnos a cenar en un restaurante callejero aromático y ambientado. El chef con delantal sin camiseta, tatuado de cuello a tobillo, la camarera-dueña se las apañaba para atender sonriendo al abarrotado público que se congregó esa noche, ¡una chang por favor! A gusto el litro de cerveza por 1€. Como no tenían pan compré bimbo integral en el seven eleven cercano. Degustando gambas a la tailandesa, la rubia del animado grupo de la mesa de al lado, Marta a la postre, nos introdujo en su conversación. Tres chicas, cinco chavales, de varios países, trabajan en Naciones Unidas con un proyecto de cooperación internacional y nos unimos a ellos lanzando la noche al rincón de clásicos instantáneos. Blues en vivo con un público muy mezclado en el que sobresalían veteranos con el ritmo en las venas, ataque de risa el que nos dio cuando Inu convirtió la cuenta de Baths a Euros, ¡sale a 3 euros la copa nen! Entonados, tiramos para la Kao San Road, calle fetiche de viajeros y locales con ganas de despertarse resacosos… Qué exaltación de luces, puestos ambulantes de ropa y comida, gente en todas direcciones, música y corros en torno a pequeñas atracciones que aprovechaban su minuto de gloria. Uno de ellos era en torno a un puesto de venta de insectos cocinados, grandes y pequeños, asqueroso a primera y segunda vista… Nadie se animaba, así que agarré un escarabajo enorme y pa dentro, que asco cuando mastiqué vísceras… Seguimos la fiesta en otro garito de música en directo hasta que el ONU team se retiró del todo. Flipé con el break dance que se marcaron unos nativos en medio de la calle y flipé más cuando vi a Inu con un cubo de playa lleno de ron con coca cola. Vá-mo-nos. Endiscotecado estaba cuando me fijé en la rubia que bailaba en la tarima, intenté poner cara de guapo pero el ciego dominaba mis facciones así que la bajé (literalmente) para bailar con ella, percibir la conexión y descubrir el tuk tuk de vuelta al hostel. Cuando a las dos horas entró Inu con cara de cama se me acabó la fiesta y acompañé a Julia a coger un taxi…
Vista panorámica desde Golden Mountain

Estatua de Buda en
estado meditativo
DÍA 2: SIN MAPA. A las 7.45, siendo conscientes de que no habíamos venido a Bangkok a dormir, empezamos a funcionar. ¿Plan para hoy? Perdernos sin rumbo ni destino a ver que ofrece la ciudad cuando nada te esperas. El gigante de ocho millones de habitantes se despereza con calma en nuestro barrio, los sabores se potencian al pasar por las hábiles manos thais y el desayuno que nos dimos a base de fruta, granola y leche engañó a la resaca hasta pasado el mediodía. Los comerciantes tienen una técnica de venta menos agresiva que la balinesa y pocos son los que abordan al transeúnte. Habíamos oído que las falsificaciones/excesos de producción de las grandes marcas de ropa eran míticas y económicas en Bangkok, así que los primeros pasos los dimos por un centro comercial al por mayor, recomendación del conductor de tuk tuk, nada de lo que buscamos estaba por allí. Callejeando nos perdimos entre mercados, parques, réplicas en cera del rey y de monjes budistas, desembocando en la calle de las armas. Pistolas, metralletas, cuchillos y escopetas, puños americanos, arcos y navajas de todos los tamaños. De ahí un tuk tuk nos llevó al “Golden Mount”, monte sagrado de adoración al Buda. 

Túk Túk
Uno de los tantos puestos
de deliciosa comida Thai
Comimos en la Kao san un poquito en cada puesto hasta saciarnos y de vuelta al hostel. Coño, email de Tiger Airways… Han cambiado la hora del vuelo de Singapur a Sri Lanka, por lo que si no me cuadra bien, me devuelven el dinero… Teniendo en cuenta que ese era el billete comprado con número de pasaporte erróneo sin posibilidad de modificarlo, deluxe. Y me cargaron en la tarjeta la primera noche del hotel donde no dormimos ayer… Por la tarde me acerqué al “Amazing House”: -hola, ¿te acuerdas de mí?, me han cobrado la noche de ayer, así que tú dirás cómo lo hacemos. *No, no te han cobrado. –Te acabo de decir que me han cobrado 10€ porque tú les has dicho que no me presenté y esa es la política de booking.com cuando no apareces en una reserva realizada. *No te han cobrado. –¿Me estás llamando mentiroso? Mira, ahora les mandas un email diciendo que vine y no tenías habitación, voy a estar aquí hasta el lunes, si en ese tiempo me devuelven el dinero perfecto, en caso contrario me lo pagas tú. *Ok. Le redacté el email y listo. Gracias, ¿tienes un mapa de la ciudad? Unos chavales nos recomendaron el mercado nocturno de Patpong, allí encontraríamos la ropa que queríamos.
Chao Praya


Para llegar, descubrimos el animado tráfico fluvial del río Praya, arteria que vertebra eficazmente la city en sus dos orillas. Por 15 BHT te recorres el río entero. Desde la plataforma de atraque, saltamos sin pensar en el cayuco que amarró, equivocándonos de sentido… Sabes que barco has de coger por el color de la bandera que llevan en proa. Naranja es el nuestro. Maraya se subió en la tercera parada y cuando se acabó el Pad Thai (soja, huevo y gambas revueltas con mística y especias varias) le ofrecí un barquillo de chocolate para endulzarse. Llevaba cuatro meses viajando Asia y al día siguiente volvía a su Holanda natal, pero no quería irse sin tomarse una copa en el sky bar que sale en Hangover II.

 El viaje en barco en realidad lo fue en el tiempo y de la ancestral Bangkok llegamos a la futurista urbe de rascacielos, trenes elevados, denso tráfico y abarrotadas calles. Preguntando y regateando aparecimos en el mercado de Patpong, más parecido al ideal que traíamos en la cabeza. Un tailandés tatuado nos ofreció espectáculo de Pong, en el que bailarinas de striptease demuestran con pelotas de ping pong su dominio de los músculos genitales… Le seguimos. Subimos unas escaleras y entramos en un antro escasamente iluminado, vacío, con tres bailarinas y dos travelacos en tanga bailando en el escenario. Me puse alerta. Vámonos, ¿no? La camarera se nos acercó, ¿queréis tomar algo? En breve se llenará la sala, va a empezar el espectáculo, dijo mientras nos dejaba el menú de bebidas. *¿Cuántos cuesta una copa? -100. Miré a Inu. Eso son dos euros y medio, ¿nos tomamos una o qué? –Dale. Uno de los lady boys, cara blanca y maquillada, nos miraba fijamente haciendo el internacional gesto de la chupada con mano y boca. Que no me mires cohone. Nos trajeron los tragos, vinieron dos chicas a brindar con nosotros y se fueron dejando sus copas en nuestra mesa. Otra se subió al escenario en el que había una tarta con 12 velas encendidas, fue apagando una a una todas ellas con soplidos vaginales... Inu bebía y yo esperaba por si habían echado algo en la copa, para no estar los dos en fuera de juego en el caso de que nos drogaran, allí pasaba algo. Al lado opuesto de la barra una señora de gran nuez, elegantemente vestida, nos observaba con la cara oculta en la oscuridad, el foco de luz apuntando a sus manos. Tétrico. El otro travelplan clavó sus ojos en nosotros con expresión extraña, menuda estampa. Apuramos los vasos y nos levantamos. La camarera nos condujo a la mesa de la señora elegante, lejos de la puerta de salida. Yo con 200 BTH en la mano y la cuenta que decía 2.800. ¡Qué dices mujer! No puede ser, si las copas eran 100 cada una. El tono de voz de la señora, tranquilo y tenso a la vez, me hizo dudar, hablaba escaso inglés con entonación tailandesa, acojonante. *Son 2.800 BTH, lo de 100 que os han dicho era en dólares. Nos estaban cobrando nuestras copas, las de las chicas y el supuesto espectáculo –Pero… *Pagad lo que debéis, dijo aumentando gradualmente el volumen acabando con un apagado grito. Inu entró más fuerte de lo que requería la situación y la mujer subió más la intensidad de su voz. Terminaba las frases arrastrando las palabras con una musicalidad sádica que estremeció mis entrañas… Joder estamos en un antro en Bangkok, rodeados de transexuales y prostitutas, mafia asiática pura y dura. Empezó a subir la tensión a base de gritos y nervios, situación acrecentada por la falta de iluminación del local y la confusa música que sonaba fuerte, perdí de vista a dos de los que estaban allí. Súbitamente apareció un hombre a mi lado, algo más alto que yo, tatuado y cicatrizado, cara inexpresiva, percibí un destello en su mano; llevaba puesto un puño americano y me acojoné al máximo. Inu no lo había visto y de nuevo trató de discutir la cuenta. La chica que estaba a la derecha de la señora le gritó: ¡Cierra la puta boca! Pagad ahora mismo o no salís de aquí… El hombre me agarró de la camiseta. Inu peligro, peligro, calla de una puta vez. Saqué billetes del bolsillo sorprendido de no estar temblando y le di el dinero a la señora. Inu indignado, subjetivamente ajeno al peligro, Fuck off, dijo. La señora abrió mucho los ojos incorporándose, me interpuse entre los dos, Ok. Nos vamos, ya está… Salimos de allí sin mirar atrás. Cuando le expliqué a Inu todo se asustó más de lo que estuvo en el momento. Madre mía. Gracias a decir que sí a propuestas que a priori deberían ser negadas hemos tenido momentazos, en este viaje y en la vida, esta vez nos timaron 35€ a cada uno, nada en relación con lo que pudo haber pasado… Buscamos sin éxito al desgraciado que nos llevó al garito, mejor no encontrarlo.

Barrio de Patpong, Bangkok, Tailandia.
















Fish Spa
Ictioterapia regeneradora
Eliminamos la tensión con media hora de ictioterapia (introduces la pierna hasta la rodilla en una gran pecera donde crías de barbo comen tu piel muerta), el primer contacto con los peces nos arrancó un ataque de risa liberador. Celebramos el poco daño recibido con una copiosa cena a base de pescado, calamares y carabineros en el restaurante donde cenamos el día anterior y nos fuimos al hostel, cansados de la tralla. La llave de la vallada puerta no giraba, salté con cuidado para no ensartarme en los pinchos, Inu diciendo bájate Luki… Una vez dentro, nos descalzamos como cada día antes de subir a la habitación.

Casi dejamos sin colmillos al tigre, pensábamos
que era de madera y en verdad era de corcho.
DÍA 3: KANCHANABURI: Google lo sabe todo y me contó que los autobuses a Kanchanaburi (170km) salían cada media hora desde la estación sur de autobuses, a 12km del hostel. Uno de los puntos que más esperábamos del viaje era visitar el polémico Templo de los Tigres, a 70km de Kanchanaburi. Llegó el momento. Desayunamos de nuevo en el White Conne, una exaltación para el paladar nada más empezar el día. Calor húmedo con y sin sol. Ensalada de frutas y a negociar precios con taxistas y tuktukeros… *¿Con qué agencia vais al templo? –Vamos por libre. De 350 bajamos a 150 BTH y nos subimos al taxi, el conductor hablaba en tailandés y yo le contestaba en español, el tai medio no domina el idioma extranjero y cualquier aproximación entre palabras en inglés o español a su idioma es mera coincidencia. El hombre estaba animado hasta el punto de locura, comenzó a gritar: ¡Mi, Kanchanaburi, 3000 BTH ida y vuelta! Y se reía poseído cabeceando a la par que repetía su frase… Pero qué dice este tío de las risas pasamos al ¡tú loco, a la estación de buses eh! *Kanchanaburiiiiii! Qué colgao estaba el hombre desde bien temprano. Al final nos dejó en la estación. Cada destino tenía un mostrador propio. El nuestro era el 77 y por tan sólo 60 bahts nos plantamos en la pintoresca estación de Kancha en una moderna furgo, ¿y ahora? Nadie hablaba inglés, impotencia. Se suponía que hasta la hora no salía el nuevo bus pero del tirón nos vimos compartiendo la caja del destartalado camión con una pareja, una alegre señora y un hombre dormido encima de una televisión antigua. Sin saber si íbamos en la dirección correcta, por gestos creímos entendernos con la señora… Se bajaron todos antes que nosotros, el camionero detuvo el vehículo en el arcén opuesto al de una gran puerta de tigre. Caminando con calorazo, sudando, nos pasaron 4 furgos turísticas haciendo caso omiso a nuestro pulgar levantado. Un chaval cociéndose bajo la chaqueta militar permanecía sentado en su moto mirando pastar a las vacas… ¿Temple? Subid. ¡Gracias man!





Me lo esperaba diferente. Pensaba que era un monasterio budista en el que los monjes se hacían cargo de tigres huérfanos y que los iba a ver andando por las baldosas de un gran templo. En realidad se trata de una reserva natural con ciervos, jabalíes, búfalos, pavos reales y preciosos tigres. Polémica atracción turística cuya entrada cuesta 600 BHT, se escuchan oscuras historias sobre el verdadero destino de los tigres adoptados por los monjes. Me encantó el trato que les daban y quedé impactado con la belleza del animal. Están acostumbrados al hombre siendo los más peligrosos los cachorros, aun puramente salvajes. También entendí la frase hecha “hueles a tigre”. Rugidos, peleas, potentes patas, espectaculares juegos entre ellos. Inolvidable estar tan cerca de sus garras. Recorrimos toda la reserva y nos detuvimos entre los búfalos. Despacio hasta que se acostumbraron a mi presencia, me centré con uno de ellos acariciándole la cabeza. ¿Me dejas subirme? Le susurré al animal. Escuché a Inu diciendo: No hay huevos. Le miré y ya sabíamos que había retillo allí. Cogí la silla que cuando entramos estaba ocupada por uno de los monjes vestido de azafrán y la coloqué al lado del bicho, a modo de escalera. Inu se partía de risa cámara en mano esperando a que el búfalo echase a correr dejándome en el camino… Pero sólo dio unos pasos conmigo en sus lomos cuando salté. Estuvo gracioso. Taxi, furgoneta, camión y motocicleta para llegar al templo de los tigres ahorrándonos un dinero que hubiera ido a parar a las arcas de una agencia de viajes. Lo bueno: viajar como los locales y disponer de tu propio tiempo, sin prisas organizadas. Lo malo: la incomodidad en comparación con que te lleven de la mano.

Budist Tiger Temple, Kanchanaburi.

A la salida, un gran baúl con hielos proveía a todos de agua gratuita, bueno a todos los que nos enteramos de aquello, porque a escasos cinco metros la cola de turistas que compraba botellines de agua no era pequeña. Qué internacional es observar cómo se acerca la gente en cuanto escucha la palabra gratis… Volvimos a la estación de buses en la caja de otro camión, pagando 80 BHT en vez de los 130 que había pagado el resto, absorbiendo poco a poco el timo que recibimos ayer.  Flipados comentando las peleas vividas entre los tigres, nos refrescamos con un riquísimo batido de galletas oreo, té y leche antes de volver a coger otro mini bus de vuelta a Bangkok. Se me hicieron largas las dos horas y media de viaje, mal durmiendo con las lentillas pegadas a los ojos secos, de nuevo únicos no asiáticos en los asientos de la van. Debido a que casi nadie habla inglés, tienes que hacer un sobreesfuerzo constante si quieres profundizar en la cultura del país. Una vez en el hostel, larga ducha fría, relax y a cenar a nuestro restaurante esquinero por tercer día consecutivo. Oye te pago más y me lo haces más grande. Hecho ¿Una Chang? Hoy mejor agua. Petados íbamos cuando nos encontramos a Marta, la catalana que conocimos la primera noche.

*¡Hola chicos! Qué, ¿estáis disfrutando de Bangkok?

– Sinceramente, SÍ.